Qué ha pasado con el Centro de Acción Social para la Música de Centroccidente es la pregunta que muchos se hacen. No solo los músicos, académicos, estudiantes, profesores e investigadores, sino la colectividad en general.
El proyecto que hace cinco años causó furor a escala local, nacional e internacional en el ámbito arquitectónico y cultural, sigue sin concretarse.
Desde entonces, críticas positivas y no tan alentadoras recaen sobre el monumental edificio que se levantará en la avenida Libertador con Argimiro Bracamonte, frente al Parque del Este.
Las reservas, confidencialidad y escepticismo ensombrecen el sueño que no termina de hacerse realidad.
Ante el crecimiento del Sistema de Coros y Orquestas en la región, la multiplicación de agrupaciones musicales, ensambles y bandas y el incuestionable aglomeramiento en el Conservatorio Vicente Emilio Sojo, la construcción del Centro de Acción Social para la Música es determinante.
Se destaca que el proyecto de construcción del edificio y la Sala de Conciertos Gustavo Dudamel comenzó a gestarse en 2002 tras un convenio establecido entre el Ejecutivo nacional y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). El BID habría prestado a Venezuela 150 millones de dólares para la edificación de siete centros musicales.
El terreno fue concedido por la Alcaldía del Municipio Iribarren el 5 de junio de 2006. El proyecto original contempla 8.742m² de construcción para los 8.000 alumnos de la entidad larense, distribuidos en cinco niveles, Sala de Conciertos para 1.597 personas (platea: 994, balcón 1: 154, balcón 2: 164, coro: 140), 17 Salas de Ensayo, un tiempo estimado de construcción de 36 meses y un presupuesto inicial de 22 millones de dólares en 2007, estimado por los arquitectos larenses Nelson Morellos y Rafael Moreno. El desarrollo de la obra sería mediante los aportes del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Gobierno nacional y regional. Los primeros movimientos de tierra se dieron a principios de 2009.
La codiciada estructura se redimensionó en 2009 a fin de beneficiar a músicos de los estados Yaracuy, Portuguesa, Falcón y Trujillo. Con una inversión de 250 millones de dólares la sede abrigaría a unos 15.000 músicos.
Para más señas, la Organización de Estados Americanos tomaría la sede de Barquisimeto para hacer su plan piloto para el Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de las Américas.
Diversas reseñas se han publicado desde el 24 de enero de 2009, cuando Gustavo Dudamel colocó la piedra fundacional en presencia de los maestros José Antonio Abreu, Tarcisio Barreto Ceballos, Alfredo D’ Addona, el gobernador Henri Falcón, Joel Branski del BID, entre otras personalidades. En esa oportunidad se supo, según declaraciones del maestro Barreto Ceballos, que el proyecto sería redimensionado.
“Va a ser más grande en vista del apoyo del Estado. Se requiere un edificio aún mayor del previsto para darle atención al gran número de niños y jóvenes que harán vida en el recinto”, según un diario local.
El 12 de julio de 2009, Barquisimeto recibió a Frank Owen Gehry. Ese día se conoció que el reconocido arquitecto asesoraría el proyecto. Junto a Dudamel, Abreu, el gobernador Falcón y otras personalidades, Gehry recorrió el terreno. La visita marcó el primer encuentro entre el diseñador del Museo Guggenheim de Bilbao y el futuro Centro de Acción Social para la Música de Centroccidente.
Luego de inspeccionar el terreno, el ganador del Pritzker en 1989, organizaría sus ideas a fin de integrarlas a las propuestas de Abreu y Dudamel y en consecuencia, idear un edificio de acuerdo a las especificaciones técnicas, necesidades de los músicos y espectadores. Para la fecha se conoció que Gehry trabajaría con el japonés Yasu Toyota, uno de los mejores ingenieros acústicos del mundo.
Cinco años después de conocerse el proyecto, la ciudad natal de Abreu y Dudamel aún espera por el Centro de Acción para la Música de Centroccidente, al igual que los más de 5.000 músicos de la entidad, quienes merecen un lugar digno para desarrollarse como artistas.