Los colombianos votaron el domingo en una ajustada elección presidencial que decidirá si el país continúa por el camino de la negociación de paz con la guerrilla, o si redobla la ofensiva militar para acabar con un conflicto de medio siglo.
El presidente de centro derecha Juan Manuel Santos y el ex ministro Oscar Iván Zuluaga llegaron cabeza a cabeza en las preferencias, según las encuestas que pronosticaron los comicios más peleados en la historia reciente de Colombia.
Los puestos de votación cerraron a las 16.00 hora local (2100 GMT) y de inmediato se inició el conteo de los sufragios.
«Voté por Santos porque la solución a la violencia no es con más violencia, es con diálogo. La guerra sólo deja muerte, desolación y miseria», dijo María Paula Quintero, una contadora de 32 años, madre de dos pequeños hijos que la acompañaban.
Subiendo su apuesta, Santos anunció pocos días antes de la elección que inició conversaciones exploratorias de paz con el más pequeño grupo rebelde Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Pero las dudas de muchos colombianos sobre la voluntad de la guerrilla de dejar las armas mantienen al candidato opositor con muchas posibilidades de llegar al poder.
Aunque moderó su discurso para no descartar la posibilidad de negociar con la guerrilla, Zuluaga dijo que sólo lo hará si los rebeldes cumplen con condiciones como un cese unilateral del fuego y aceptan ir a la cárcel sin poder participar en política, requisitos difíciles de que sean aceptados por las FARC.
«No quiero ver a los verdugos y asesinos del pueblo paseándose tranquilos por las calles o sentados en el Congreso decidiendo el futuro del país. Por eso mi voto fue por Zuluaga», dijo Sebastián López, un ingeniero de sistemas de 44 años.
Aunque están sentados a la mesa de negociaciones en La Habana desde hace más de un año y medio, las Fuerzas Militares y las Farc siguen combatiendo en selvas y montañas colombianas.
Las votaciones transcurrieron en calma en todo el país. En Bogotá, la capital de 8 millones de habitantes, se registró escasa presencia de electores en los puestos de votación.
Efectivos de la policía vigilaron las mesas de votación, mientras soldados con trajes camuflados y fusiles automáticos patrullaban los alrededores.