“Si yo hubiera estado allí, lo habría matado” es la frase recurrente que esgrimen los defensores del porte de armas, que arguyen que de haber habido un individuo armado en el cine de Aurora, Colorado (oeste), la masacre donde murieron 12 personas habría sido menor.
“No creo que el derecho a portar armas haya creado el problema. De hecho, si hubiera habido alguien con una, podría haber reducido el daño. Si yo hubiera estado allí, habría detenido parte del daño”, dijo John Oberly, un entrenador de rugby de 51 años que practica tiro al blanco.
El comentario de Oberly dista de ser original, ya que es sostenido por los comentaristas radiales y argumento desde la masacre de los defensores de “la Segunda Enmienda de la Constitución”, que garantiza el derecho a portar armas.
Oberly habló con la AFP mientras buscaba municiones en una de las muchas tiendas de armas de Aurora, un suburbio de Denver. El negocio, entre una cafetería y un restaurante mexicano, luce como una amena tienda por departamentos.
Dedicada sobre todo a los aficionados a la caza, la armería decorada con animales embalsamados (entre ellos un león, un búfalo y un oso), ofrece municiones, fusiles, pistolas, ropa y artículos de campamento.
Una pequeña de unos 5 o 6 años probaba un rifle. “Cariño, es demasiado grande para ti, vamos a buscar otro“, le dijo su madre.
“Los defensores de las armas están diciendo que si hubiera habido alguien (en el público) portando armas ocultas, esto no habría pasado“, dijo a la AFP Eileen McCarron, del Colorado Ceasefire Capitol Fund, que aboga por más control.
“Pero aquel cine estaba oscuro, había cerca de 200 personas y el atacante activó gases. No hay manera de que otra persona armada hubiera podido hacer nada, excepto matar más inocentes”, argumentó.
El debate es un tema constante en Estados Unidos, que ya ha visto tragedias similares a la de Aurora.
Los casos más notorios han sido la masacre de 1999 en una escuela en Columbine (a 35 km de Aurora), cuando dos estudiantes mataron a 13 personas; la de la universidad Virginia Tech en 2007, cuando un hombre mató a 32; la de una base militar en Texas en 2009, donde murieron 13 y el tiroteo de Tucson en 2011, que hirió a la congresista Gabrielle Giffords y mató a seis personas.
La polémica dio tema para el documental de 2002 “Bowling for Columbine”, donde el director Michael Moore concluye que una de las causas de esta clase de violencia es la facilidad con la que se compran armas en el país.
En la madrugada del viernes, durante el estreno de la última entrega de Batman, un hombre -supuestamente James Holmes, de 24 años- mató a 12 personas e hirió a 58. Llevaba un rifle de asalto y disparó 60 balas por minuto.
En sólo ocho semanas, había comprado 6.300 cargas de munición.
Comprar armamento “es muy fácil, si no eres un criminal“, dijo Oberly en la armería. “Chequean tu nombre y te vas del negocio con tu arma, o la puedes comprar por internet y la recibes por correo”, contó.
En efecto, una periodista de AFP comprobó que sólo se necesita la licencia de conducir. Con ella, el vendedor revisa el registro criminal del comprador y, si no aparecen crímenes, se ejecuta la venta en un minuto.
Así fue que Holmes obtuvo su artillería: cuando se realizaba este control, lo único que figuraba en su historial era una multa por exceso de velocidad.
Tom Mauser es padre de un estudiante de 16 años que murió en Columbine y que, desde entonces, se ha convertido en defensor del control de armas.
“Nos ocupamos básicamente de los derechos y del castigo, pero no de la prevención”, dijo a la AFP. “Lo que necesitamos en Estados Unidos es prevención, porque cuando uno ha perdido a alguien, el castigo no significa nada”.
En 2003, Colorado aprobó una ley que requiere que las personas obtengan un permiso para portar consigo armas ocultas. En aquel momento, se calculaba que 60.000 personas pedirían este permiso.
Pero actualmente, dijo McCarron, “lo tienen más de 143.000 y, tras el tiroteo, esta cifra aumentará drásticamente“.
Uno de los peligros que citan los opositores a las armas es que quienes las portan pueden ejercer la ley por cuenta propia, como ocurrió en Florida en febrero, cuando el vigilante comunitario George Zimmerman mató a Trayvon Martin.
Pero el contraargumento de los defensores de la Segunda Enmienda es que un asesino no se detendrá porque le sea más difícil conseguirla.
Así considera el director de la escuela de Columbine, Frank De Angelis, quien ya ocupaba ese puesto cuando ocurrió la masacre.
Prohibir la venta de armas “no evitará que los criminales las obtengan (…) Podremos tener leyes contra ellas, pero los asesinos seguirán encontrando maneras de adquirirlas”, dijo a AFP.
“Los ciudadanos respetuosos de las leyes en Estados Unidos compran armas legalmente y no queremos quitarles ese derecho, que está en nuestra Constitución”, sostuvo.
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