El papa Francisco presidió el domingo una oración masiva en el estadio de fútbol de Roma, colmado con más de 50.000 católicos que siguen movimientos carismáticos.
El pontífice dijo a la multitud que cuando era arzobispo en Buenos Aires, al principio no «compartía» el estilo desbordante con el que oraban ciertos católicos carismáticos, pero que después se dio cuenta de que «la renovación carismática es una gran fuerza» para la iglesia católica.
Grupos evangélicos protestantes dinámicos han arrebatado muchos fieles a la iglesia católica latinoamericana.
Francisco dijo a los feligreses que el demonio desea destruir la familia, que describió como la «iglesia doméstica». Obispos de todo el mundo se reunirán en Roma en octubre para debatir problemas que afectan a la familia.
Con las manos elevadas al cielo al unísono, los fieles rezaron en el estadio olímpico por Francisco.