Jesus Puerta
Son muchas las veces que en la Sagrada Escritura se nos compara a nosotros los seres humanos con las ovejas. ¿Por qué será?
La oveja es un animal frágil. Además, no se vale por sí sola: depende totalmente de su pastor. Por cierto, no de cualquier pastor, sino de “su” pastor. Es tan incapaz, que con sus débiles y poco flexibles patitas, no puede siquiera treparse al pastor y necesita que éste la suba. Si se queda ensartada en una cerca o en una zarza, necesita que el pastor la rescate. La oveja anda en rebaño, no puede andar sola. Si llegara a quedarse sola, no es capaz de defenderse: es fácil presa del lobo o de otros animales feroces. El pastor suele reunirlas en un espacio cercado, llamado redil o aprisco.
Nosotros, ovejas de Jesús, somos también frágiles, aunque nos creemos muy fuertes y muy capaces. Somos, también, dependientes del Señor y, cual ovejas, tampoco nos valemos por nosotros mismos, aunque, engañados, podamos pasarnos toda nuestra vida, tratando de ser independientes de Dios, tratando de valernos por nosotros mismos. Si nos enredamos en nuestra vida espiritual, necesitamos de nuestro Pastor y El nos rescata y nos coloca sobre su hombro, igual que a la oveja perdida, para llevarnos al redil (Lc. 15, 4).
Cuando Jesús nos compara con las ovejas, El se compara con el Buen Pastor. Es la imagen que conocemos mejor. Pero Jesús también nos ha dicho: “Yo soy la puerta de las ovejas” (Jn 10, 1-10).
Para comprender qué nos quiere decir el Señor cuando se compara con el portal de las ovejas, hay que imaginar cómo eran esos rediles en que los pastores colocaban a sus ovejas para cuidarlas. Eran unos corrales hecho de muros de piedras bastante altos y sólo había un portal de entrada. Ahí se colocaba el pastor para impedir que entrara alguna fiera o algún bandido.
Por eso Jesús agrega: “Yo soy la puerta; quien entre encontrará pastos. El ladrón sólo viene a robar, a matar y a destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia».
Oveja que entre por la puerta que es Jesús, estará bien alimentada y cuidada por El. Pero el ladrón, ése que se trepa por la pared de rocas del corral y se mete en medio del rebaño, “viene a robar, a matar y a destruir”.
Y Jesús identifica a esos ladrones y bandidos: en su tiempo, eran los fariseos que se opusieron a Jesús, el Mesías enviado de Dios. Pero ¿quiénes son ésos bandidos ahora? ¿Quiénes son los que hablan a las ovejas para confundirlas?
Algunos se pueden identificar sin problema, porque se oponen directamente a Dios: unos son a-teos y más recientemente han aparecido unos más agresivos, que son anti-teos. Pero hay otras voces más traicioneras, que sí logran engañar a algunas ovejas. ¿Cómo quiénes?
Por ejemplo aquéllos que dicen que da lo mismo cualquier religión, que no hay que aceptar todo lo que dice la Iglesia que Jesús fundó. Eso es como decir que se puede estar en cualquier rebaño o se puede estar solo por ahí, lejos del rebaño de Cristo. Otros son aquéllos que quieren cambiar el matrimonio de un hombre y una mujer por uniones entre personas del mismo sexo y le dicen al rebaño que no aceptar esas uniones es estar contra las personas con tendencias homosexuales. Otros quieren instaurar una supuesta educación sexual, que lo que pretende es enseñarles prácticas sexuales de cualquier tipo a nuestros niños pequeños. Otros son aquéllos que dicen que no hay que confesarse con el Sacerdote que es un pecador igual o peor que el que se va a confesar. Otros son aquéllos que manipulan a las ovejas, usando la mentira para engañarlas; además convirtiendo a la justicia en instrumento de sus deseos tiránicos y de paso estimulando odio, violencia y muertes. OJO, pues, ¡que los bandidos son muchos!