Cinco temas interesantes sobre la canonización

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La Iglesia católica eleva santos a fin de darle a la grey un ejemplo a seguir. El proceso está sumido en el secreto y ha sido criticado ya que depende de la verificación de milagros que la ciencia no explica, y de selecciones que podrían estar políticamente parcializadas.

Además, con la canonización este domingo del papa Juan Pablo II y del papa Juan XXIII, el proceso se realizó de manera expedita, algo que va contra las normas establecidas.

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Sin embargo, las canonizaciones continuarán.

La santidad es parte del ADN de la Iglesia», declaró el encargado actual de las canonizaciones, el cardenal Angelo Amato, en un texto escrito en el 2012. «A través de los siglos, los santos han sido el portal espiritual mediante el cual la humanidad se dirige a Dios».

PUNTOS BASICOS

El delicado proceso para declarar santo a alguien comienza generalmente en la diócesis donde el candidato vivió o murió. El postulador recaba testimonios y documentos y le presenta el informe a la Congregación para las Causas de los Santos. Si la Congregación aprueba la solicitud, el dossier es remitido al papa, quien firma un decreto promulgando «las virtudes heroicas» del candidato.

Con el tiempo, es posible que el postulador encuentre evidencias de que alguien quedó curado milagrosamente por haberle rezado al candidato. Si se determina que no hay una explicación científica para la cura, el caso es presentado ante la Congregación como el posible milagro necesario para la beatificación. Comisiones de médicos, teólogos, obispos y cardenales deberán certificar que la cura fue instantánea, total y duradera, y que fue gracias a la intercesión del candidato. Si la Congregación queda convencida remite el expediente al pontífice, quien firma un decreto afirmando que el candidato puede ser beatificado. Para la canonización, hace falta un segundo milagro.

La beatificación permite la veneración del candidato a nivel local, como por ejemplo en una diócesis o país particular. La canonización permite la veneración por toda la Iglesia.

Mártires, aquellos que mueren por su fe, pueden ser beatificados sin un milagro. Pero sí se necesita un milagro para que sean canonizados.

 JUAN XXIII Y JUAN PABLO II

La acelerada canonización de Juan Pablo II comenzó durante su misa fúnebre, cuando la multitud empezó a cantar “íSanto Súbito! íSanto Súbito!». Ante el clamor, el papa Benedicto dio por superado el periodo de cinco años que deben pasar antes de que comience una investigación de santidad, permitiendo que el proceso se inicie poco después del fallecimiento.

El resto del proceso sí se ajustó a las normas: Juan Pablo II fue beatificado en el 2011 cuando el Vaticano dio por corroborado el reporte de que una monja francesa que sufría del mal de Parkinson se curó milagrosamente tras rezarle a Juan Pablo II. El segundo milagro fue la sanación de una mujer costarricense que le había rezado al pontífice.

“Me sentía asustada, quería quedarme en casa y morir allí», dijo la mujer, Floribeth Mora, en una conferencia de prensa el jueves, describiendo sus pensamientos tras recibir el diagnóstico del aneurisma. Dijo que vio una foto de Juan Pablo II en una revista el día en que fue beatificado “y desde ese momento me comenzó una nueva vida».

Juan XXIII fue beatificado en el 2000 después que el vaticano certificó que una monja italiana que sufría de una hemorragia gástrica se curó milagrosamente.

El papa Francisco suspendió la exigencia del segundo milagro a fin de poder canonizar a Juan XXIII junto con Juan Pablo II.

Aunque los papas en el pasado han obedecido al pie de la letra el proceso para elevar santos, Francisco en ocasiones las ha dejado a un lado. El jueves, por ejemplo, ofició una misa para un santo brasileño que declaró sin el milagro requerido.

GRAN CANTIDAD DE SANTOS

El papa Juan Pablo II elevó a 482 santos, más que la suma de todos sus predecesores. Algunos de los más célebres fueron Edith Stein, una monja carmelita que nació judía y que murió en Auschwitz y Maximilian Kolbe, un fraile franciscano polaco que sacrificó su vida en ese campo de concentración para salvar a un hombre y su familia.
También la cantidad de beatificados bajo su papado fue un récord: 1.338. Entre ellos el mismo Juan XXIII, en el 2000, y la Madre Teresa en el 2003.

Benedicto XVI continuó con el proceso aunque a un ritmo menos acelerado: tuvo 45 canonizaciones. Y en su época fueron sólo canonizaciones, no beatificaciones. Hizo una excepción con el cardenal John Henry Newman. Benedicto XVI beatificó a ese anglicano, convertido al catolicismo en el siglo XIX, durante un viaje a Gran Bretaña en el 2010.

Francisco técnicamente superó el récord de Juan Pablo II apenas dos meses después de asumir el trono: en mayo del 2013, canonizó a más de 800 mártires del siglo XV, los llamados «Mártires de Otranto», quienes fueron decapitados por negarse a convertirse al islam.

¿DEMASIADOS SANTOS?

Las aceleradas canonizaciones que caracterizaron al reinado de Juan Pablo II suscitaron interrogantes que han resurgido con su propia elevación expedita. En su libro “Making Saints», el editor de religión de la revista  Newsweek, Kenneth Woodward, argumenta que se ha perdido el equilibrio del proceso al eliminarse la figura del llamado “abogado del diablo», quien tiene a su cargo tratar de hallar fallas en la candidatura.

“Ahora, todos los involucrados en el proceso de canonización ahora está a favor de un resultado positivo», denunció Woodward. Añadió que ello podría resultar en un proceso manipulado y en una aprobación injustificada. «Sin el abogado del diablo, ¿cómo se podrá evitar tal resultado? Y sin alguna manera de que hacer público el proceso, ¿quién se enteraría?»

Los proponentes del proceso actual insisten en que sí es balanceado porque todavía está el “relator», que es como el juez que revisa el caso.

Aunque pocos cuestionan que Juan Pablo de muchas maneras evidenció santidad, su acelerada canonización ha irritado a muchas personas incluso dentro del Vaticano, particularmente debido al hecho de que el escándalo de abusos sexuales floreció durante su papado.
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¿DEBE UN PAPA SER SANTO?

Los papas canonizan a quienes desean canonizar, dejan a un lado las candidaturas que no les interesan y demoran las que podrían ser políticamente controversiales. Por el ejemplo, la candidatura de Oscar Romero, el cura salvadoreño que fue acribillado cuando oficiaba una misa, fue demorado durante dos papados que eran hostiles a la teología de la liberación. Igualmente está el ejemplo de Pío XII, que fue papa durante la Segunda Guerra Mundial. Su candidatura fue lanzada en 1965 pero fue demorada ante denuncias de que pudo haber hecho más para lucha contra el Holocausto y no lo hizo.

Ante la naturaleza política del proceso, algunos expertos han argumentado que los papas no deberían ser canonizados, pues sólo pueden servir de ejemplo para otros papas.

“Canonizar a un papa es una manera de fortalecer su legado, lo que le hace más difícil a futuros papas cambiar normas que ese papa estableció», opina el experto en asuntos del Vaticano Thomas Reese, en el National Catholic Reporter.

Pero el monseñor Slawomir Oder, el postulador en el caso de Juan Pablo II, dijo que sería “absurdo» exceptuar a papas de las canonizaciones, pues la tarea de ellos es precisamente inspirar a los demás a que actúen como santos.

Antes de ser papa, Juan Pablo fue estudiante, obrero, actor, poeta, cura, obispo y cardenal.
“Juan Pablo II por supuesto es un punto de referencia para sus sucesores, pero no sólo eso», dijo Oder a periodistas esta semana. «Es posible ver el surgimiento de su santidad en todas las etapas de su vida».

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