La Mirada Puesta en América Latina

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Un principio fundamental de los mercados financieros es que el dinero nunca se detiene, o como el nombre que lleva la secuela de la película Wall Street (1987): El dinero nunca duerme.
En términos más locales la frase a la que pudiéramos referirnos es al “mover el dinero” que se le suele escuchar a muchos comerciantes de la región. Lo cierto es que esta realidad aplica desde los grandes mercados financieros hasta aquel que tiene una pequeña suma de dinero y sabe que debe invertirlo para que el mismo no pierda valor.
Bajo el esquema anterior, los países europeos observan cada vez con mayor atención e interés a América Latina. Las visitas de embajadores y cónsules buscando estrechar lazos y abrir nuevas oportunidades comerciales, de la misma manera como se han incrementado las visitas de altos directivos de empresas europeas en el continente, dan cuenta de un mayor interés en el mercado latinoamericano.
Esto es especialmente cierto para España, quien ha encontrado en la región un espacio para que sus empresas crezcan, como por ejemplo el Banco Santander, uno de los mayores bancos españoles, que estima ganar más este año en Brasil que en España. De esta manera, América Latina pudiera convertirse en una especie de salvavidas para muchas grandes empresas europeas.
Lo anterior implica pasar de un esquema de inversión extranjera basado fundamentalmente en la extracción de materias primas, de inversión en infraestructura, o de manufactura de bajo costo para la exportación, a un esquema de inversión que apunta al propio mercado latinoamericano como consumidor final. Para ello se requieren algunas condiciones, que además de las tradicionales respeto a la propiedad privada y condiciones favorables para el financiamiento, pasan por una clase media con poder de compra suficiente como para ser atractiva para las grandes empresas. Esto es lo que ha ocurrido en Chile, Brasil, Colombia, y más recientemente en Perú.
Lamentablemente Venezuela ha venido quedando fuera de esta dinámica, y si bien es cierto que se sigue recibiendo cierto volumen de inversión extranjera, esta está básicamente asociada a los esquemas tradicionales de extracción de materia prima, y en menor medida en infraestructura.
Es de esta manera como en 1991 Venezuela recibía 4 veces más inversión extranjera que Colombia, y hoy en día es nuestro país vecino el que percibe 2.5 veces más recursos extranjeros que nosotros. Esto se replica con otros países de la región. Venezuela va saliendo de perder una de sus grandes oportunidades históricas para consolidarse como una nación de progreso, sin embargo una nueva oportunidad se abre para recuperar las oportunidades de desarrollo, pero a diferencia de la década y media que se acaba de perder, el porvenir obliga a un país mucho más productivo y moderno, capaz de lucir atractivo a la mirada de los inversionistas extranjeros.

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