Hace unos 34 años, cuando las familias se mudaron para la urbanización Inavi, ahora llamada Sarare, en la capital del hoy municipio Simón Planas, pensaron que los techos de asbesto de las casas eran los más seguros en todos los sentidos.
Bajo esas láminas se consideraban protegidas, hasta que años después, luego de análisis científicos, se determinó que las mismas constituían un peligro para la salud pues estaba comprobada su relación con diferentes enfermedades, en especial el cáncer.
Desde ese momento las 76 familias comenzaron a hacer gestiones para que Inavi u otro organismo procediera a la mayor brevedad posible a eliminar el asbesto de sus techos y la sustitución por otro material.
“Llevamos años pidiendo nos cambien esos techos pero nadie nos ha hecho caso y seguimos con ese riesgo encima”, dijo María Eugenia Romero, una de las habitantes de la urbanización.
“Ya se han presentado algunos casos de cáncer y han muerto personas por ese mal, atribuido al asbesto”, informó por su parte Jesús Higuera, residente y luchador social.
Señaló que la comunidad ha hecho gestiones en todas partes pero no les han hecho caso por lo que el problema persiste.
“No nos atienden porque dicen que no estamos con el proceso, como si no fuéramos venezolanos”, indicó Higuera.
“Esto es un problema porque tenemos que estar tapando los huecos con pega para que no nos mojemos, porque como son tapas muy viejas están todas rotas”, expresó Ana Dolores Ochoa, otra vecina de la urbanización.
Como se trata de familias de pocos recursos no han podido cubrir los gastos que representa el sustituir las antiguas láminas por las de otro material, de allí que esperan lo haga algún organismo relacionado con la vivienda.
En la misma situación se encuentra el liceo monseñor Salvador Montes de Oca, cuyos techos también son de asbesto y, pese a las gestiones que se han hecho en FEDE, no los han cambiado, manteniéndose el alumnado y personal docente en constante riesgo de contraer enfermedades, entre ellas el cáncer.
Pero los problemas en la urbanización Inavi o Sarare no se limitan a los techos originales de las viviendas pues también continúan padeciendo por el agua, aun cuando reconocen que algunos días mejora.
“Pero, paradójicamente, cuando llueve nos quedamos sin agua porque se tapa la toma o lo único que llega es barro no apto para el consumo humano”, manifestó María Eugenia.
Pero cuando les llega clara tampoco es del todo saludable pues se trata de un líquido no tratado al que se le atribuyen enfermedades gastrointestinales.
Sin embargo, en otros sectores, entre ellos San Nicolás, el agua no les llega ni por tuberías ni por camiones cisternas.
Allí tienen pozos pero con mucha frecuencia las bombas se dañan y las reparaciones se demoran. Otra de las deficiencias en los servicios públicos en la urbanización es el del aseo urbano.
“Por aquí pasan a recoger la basura cada veinte días, pero a veces se tardan hasta un mes y nosotros sufriendo con los basureros en la vía pública y por ende los mosqueros que se forman”, indicó Romero.
“También necesitamos planifiquen patrullajes policiales por el sector porque la inseguridad es grave, con robos a cada rato, muchas veces a plena luz del día y en la calle”, denunció Higuera.
Igualmente se refirió al abandono en que se encuentran las dos pequeñas plazas de la comunidad, una de ellas infantil.
Insistió en la necesidad de que desde la alcaldía de Simón Planas les tomen en cuenta y les soloucionen los problemas que confrontan a causa de los techos de asbesto, el agua no tratada que reciben, no con regularidad, recojan la basura todas las semanas y tomen medidas efectivas contra la inseguridad.
“Nosotros somos venezolanos como los demás y no hay motivos para que no atiendan los problemas que confrontamos”, enfatizó el luchador social y abogado.
Fotos: Luis Salazar