Gloriosa Gabriela

Con tanta muerte esta Semana Santa estuvo asediada por los rebullones que históricamente nos han acompañado para mostrarnos que en el fondo oscuro de nuestro mestizaje la sangre derramada en sacrificio despierta a los ángeles que llevamos dormidos en el alma.
Inmersos en  el dolor de la siega de vidas juveniles en nombre de un Estado que se sostiene con proclamas Millán Astray que intentan proscribir la inteligencia y el vuelo de las artes, allí, hundidos en el desespero de la impotencia que producen los genocidios contra la verdad y la esperanza, tuvimos la presencia de la Fuerza de Dios con el maravilloso regalo que nos entregó la genialidad musical de la pianista Gabriela Montero, quien realizó un arreglo prodigioso de nuestro Himno Nacional integrándolo a la Polonesa de Chopin.
De manera gloriosa esta insigne pianista venezolana nos rescata de la desolación anímica con el vuelo de su corazón sobre el teclado, insuflando nuevos ánimos a esta lucha entre las balas y el sarcasmo contra las ilusiones y los abrazos. Ellos nos tienen rodeados y apuntados, tienen los fusiles, los escribanos, los jueces y un cinturón áulico de bachilleres Mujiquita, pero nosotros tenemos la dignidad espiritual que con piedras, protestas, palabras  y canciones se defiende  para sostener el  bastión de la espiritualidad sobre la fuerza bruta que asesina como obligación de su propia subsistencia.
Gloriosa Gabriela Montero que nos muestra el camino para resistir a los verdugos entonando la música como instrumento del amor a la vida y la patria, igual que cantó  Víctor Jara con sus manos cortadas ante unos esbirros que nunca pudieron doblegar su voz de pueblo.
Gloria al bravo pueblo
que el yugo lanzó
la ley respetando
la virtud y honor.

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