Ventana Abierta – Discurso transgresor de un Jefe de Estado

Para recordar: “Y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de Paz.” (Isaías 9:6).
No es lo mismo un discurso de una persona destacada, que el de un Jefe de Estado; debido al alcance e influencia que tienen sus palabras.
Justamente, entre los meses de Mayo y Julio de este año, nuestro presidente Hugo Chávez, se ha reunido con los militares de nuestro país y nos llamó la atención, una más entre otras, cuando se refirió a Jesucristo, en cadena nacional y dijo: “Si Cristo estuviera acá, le preguntaríamos de qué lado político se inclina” (palabras más o palabras menos). Con semejante interrogación se refirió a nuestro Libertador Simón Bolívar, ante numerosos distinguidos Generales.
En ocasiones, cuando cualificamos, cuantificamos, o interpretamos las palabras del Hijo de Dios: Jesús, y al fijar una posición de lo que haría, diría, o peor aún, pensaría nuestro Señor, caeríamos, seguramente, en lo que pudiéramos llamar Discurso transgresor religioso. Pero, por lo reiterativo de este aspecto, en los discursos del Jefe de Estado, ya pasa hasta desapercibido o se le resta importancia.
Nuestra inquietud sobre este tipo de discursos fue saciada, ya que nos encontramos con la profesora de Lengua y Literatura, Rosa Galeno, recién egresada de nuestra Universidad Pedagógica de esta ciudad, con mención honorífica “Magnacumlaude”, y dado el tema, me citó a Arturo Arias, en su ensayo titulado “Teoría literaria y narración del cambio social”; quién afirma que: “la palabra es por su misma esencia, un signo ideológico. Es decir, es un signo de cómo alguien define, entiende y nombra al mundo”.
En otros términos, una persona puede transgredir el “sentido”; se permite infringir o violentar las reglas; “comprometer los límites establecidos por las convenciones lingüísticas tradicionales de un ‘artilugio’ cultural”.
La profesora antes mencionada, adiciona que lo antes expuesto queda en evidencia en el relato “Escenas contra la pared” de la  reconocida periodista Milagros Socorro, quien de manera audaz, desafiante, irreverente y desinhibida hace uso de forma innovadora de la contrapartida entre el lenguaje sexual y religioso. Allí, se observa dos voces que al unísono pronuncian por un lado palabras cargadas de erotismo y sensualidad y por el otro, un rezo lleno de plegarias que pretenden ahogar al primero a los fines de que no quede al descubierto el desequilibrio y personalidad perturbada de una madre tras la muerte de su hijo.
En artículo anterior, referente a si ¿Engañan las encuestadoras?, fijamos posición, que no es nuestro norte mezclar aspectos políticos o hechos que suceden a diario a la sociedad, con la vida espiritual de Jesús y la verdadera razón de su Venida: Salvar a la raza humana del pecado y de la muerte eterna; pero otras personas lo hacen, con intensiones consabidas, premeditadas, tal vez en aras de llegar a la población religiosa o todo quien tenga un alto concepto de Cristo.
Los profetas dan al Salvador el lugar correcto: “Y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de Paz” (Isaías 9:6).  “Y sus salidas son desde el Principio, desde los días del siglo” (Miqueas 5:2). Si alguno duda que estos versos se refieren a Jesús, hable con Él en oración.
Algunos oradores van más allá de lo “permitido”; porque meten a Jesús en asuntos seculares, o hablan en su lugar. Es allí donde se observa la transgresión, y caeríamos en un plano  “ambivalente”. Concluye la profesora Galeno: “De ese modo, el uso de la palabra constituye un espacio que rebasa las fronteras tradicionales de la oralidad y se forja como una forma cultural esencialmente ideológica”.
Tal vez, si no sabemos quién fue Jesús, lo colocamos en un plano netamente humano, y en cierto modo irrespetamos su nombre o, nos sobrepasamos con su Nombre; porque el escondió su divinidad al nacer en la tierra, pero nunca dejó de ser el Hijo de Dios, y eso significa que era Dios; y Dios se merece todo nuestro respeto. Bien dijo Jesús, por medio del profeta: “Miradme a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra; porque Yo Soy Dios, y no existe ningún otro… ‘y delante de’ mí se doblará toda rodilla”. (Isaías 45:22, 23).
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