A nuestro modo de ver, esta fecha debe ser recordada de varias formas, primero, ha sido el alzamiento popular más significativo de nuestra historia, segundo: representó el fin de la supuesta pasividad del venezolano, aparentemente adormecido por la renta petrolera y el populismo, tercero: ponen en evidencia lo que desde el principio de esa década era una realidad: la sociedad rentista estaba en franco agotamiento y el populismo de la democracia representativa había cerrado los canales democrático de participación, cuarto: el naciente neoliberalismo nació sentenciado de muerte, desde entonces el neoliberalismo no pudo implementarse con la plenitud como que se hizo en otros países de América Latina. Quinto: El 27 y 28 de febrero es el amanecer de la conciencia del poder popular, desde entonces el pueblo sabe que tiene poder y capacidad de transformación y los gobiernos desde entonces han actuado bajo la presión (por no decir temor) de lo que pueda ser la repuesta popular. Las sublevaciones posteriores, como las del 4 de febrero, son impensable en su trascendencia sin el 27 y 28 de febrero de 1989.
Estos representaron el primer intento de organicidad y de plataforma política de la insubordinación nacional pero careció de apoyo popular, así mismo la salida de Carlos Andrés Pérez en 1993, las turbulencias políticas de ese mismo año, el segundo gobierno de Caldera y la llegada de Chávez al poder tienen un claro e imborrable antecedente en el Caracazo.
Debemos afirmar que este periodo histórico marca el comienzo de una transformación del pensamiento y cultura política del venezolano.
Un país que comenzó a vivir el agotamiento de la renta petrolera a partir del viernes negro de 1983, son denunciados los casos más terribles de corrupción, mientras que la pobreza se agudiza. El país parecía no tener salida y los sectores empresariales y el poder político no daban respuestas. No hay la menor duda de que hoy, a partir del proyecto político iniciado hace 15 años se están impulsando agigantadamente procesos de concientización y organización política del pueblo venezolano,” la explosión comunal” es una verdad indiscutible.
Hoy, un sector de la oposición, frente a los problemas de inseguridad y desabastecimiento, pretenden convertir estos elementos en “caldo de cultivo” para reedición de movilizaciones sociales que logren salir del gobierno, lo que no han podido lograr con los votos, por no contar con el afecto de la mayoría de la población. Sin negar el legítimo derecho a la protesta, hay que advertir y enfrentar estas intenciones que pueden revertirse hacia ellos mismos: recordemos que cuando el Caracazo la población enardecida no se dirigió hacia el gobierno sino contra los acaparadores. Pero consciente estamos que estas son “patadas de ahogados”, de una oposición cuyos líderes -luego de los fracasos electorales- están enfrentados, tratando de demostrar quien tiene más poder de “calentar las calles” mientras otros esperan fría y calculadamente los acontecimientos, ya que no tienen pueblo, no tienen mayoría.
Pensar – 25 años del Caracazo (2/2)
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