REFLEXION “He arado en el mar”

“Y he sembrado en el viento”. Imagino el rostro pensativo del Libertador en aquel lecho maltrecho y ajeno. Mirando fijamente aquel techo. Cansado, herido por dentro y entregado al destino inmediato. Con esos ojos tristes, tal vez llorosos y esa respiración dificultosa y profunda que le anunciaba lo inevitable, al pronunciar estas lapidarias frases. Debió recordar aquella declaración poderosa, que en presencia de su maestro Don Simón Rodríguez, pronunció en el Monte Sacro. “¡Juro delante de usted, juro por el Dios de mis padres, juro por ellos; juro por mi honor y juro por la Patria, que no daré descanso a mi brazo ni reposo a mi alma, hasta que no haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español!» Con seguridad acrecentaban su pena.
¡Qué triste destino le depara la realidad histórica a aquellos hombres que con sinceridad buscaron el bien, pero su gloria en manos de hombres, es como neblina. Y que no pudieron conocer la verdad del Evangelio Eterno. Peor aquellos que torcieron la voluntad del Altísimo al colocarlos allí para servir a un pueblo y solo lo hicieron para satisfacer sus intereses personales. Y que lamentable es saber que la humanidad, y profesos cristianos, siguen detrás de otros, que
suponen sí lo van a lograr. Entregan diariamente su mente y sus pensamientos a una utopía política, teniendo “El camino, la verdad y la vida” en frente de sus ojos para mostrárselo al mundo y como Caifás no lo quieren ver.
Negarle el derecho que cada quien tiene de expresar su descontento o su agrado por la forma que un gobernante dirige los destinos de un país es absurdo. Es uno de los pilares que sostendrán la credibilidad de quien fue elegido para ejercer el poder. Ese es el objetivo de Dios al permitir que el hombre ascienda a un puesto de tanta envergadura. Que cumpla su voluntad. Pero los hombres se apartan de Dios, erigen un culto a su personalidad y crean caos y descontento en el país que se les dio.
También es normal en este tiempo del fin, que estamos viviendo, que la violencia tome la mente de millones, aún de profesos cristianos. Lo predijo el mismo Dios. “Por haberse multiplicado la maldad, de amor de muchos se enfriará” Mat.24:12. Viven ahogados diariamente por ejecutar justicia propia, olvidando que la historia reciente demostró que Dios “quita y pone reyes” y “quieren ayudarle”. ¡Por favor!
Este hecho, que apenas sucedió hace poco más de un año y que nadie imaginó podía suceder tan pronto, demuestra fehacientemente que Dios está al control y que los cristianos, con más razón, debemos ocuparnos de nuestra profesión que es de fe, es lo que nos toca, predicar del arrepentimiento y el perdón, por cuanto la venida del Señor está más cerca. “Por tanto, amados míos, tal como habéis obedecido siempre, no sólo en mi presencia, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor” Fil.2:12 ¡Nos encontramos el próximo martes Dios mediante! [email protected]