“Dejad que los niños vengan a mí”, dijo en una oportunidad Jesús a sus discípulos.
Y esa frase es una especie de mandamiento, ya que son los más pequeños quienes nos enseñan con sinceridad, naturalidad y la ingenuidad propia que los caracteriza. No están llenos de soberbia, ni de complejos. Mucho menos de envidias y de rencores, ellos son puro amor y por eso al maestro de maestros, le gustaba estar rodeado de ellos. En el día de ayer se celebró una jornada especial, pero al ser domingo la mejor manera de festejarlo era en la casa de Dios.
Es por ello que el padre Jesús Lárez convocó a una misa dedicada a estos chiquitines, quienes escucharon la palabra de Dios de una manera más sencilla para ellos. La iglesia Santa Teresita los recibió entre globos, cánticos y una pantalla digital en el cual se les mostraba imágenes que tenían relación a la homilía del día de ayer. El evangelio de San Marcos y la segunda carta del apóstol San Pablo a los Efesios, fue el mensaje que recibieron estos niños, con la invitación abierta de ser los misioneros del futuro.
Fotos: Jairo Nieto