Ventana abierta – La espada de la paz

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Para recordar: “No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino espada.” (Mateo 10:34)
Al momento de ser publicado este artículo se cumple un año de la muerte de quien fue presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, y constantemente hablaba de la espada libertadora de Bolívar en diferentes escenarios, como para indicar lo que hizo el portador de tal instrumento. Pero, detrás de estas palabras, el mandatario recordaba lo mencionado por el mismo Libertador: “Maldito el soldado que vuelva las armas de la república contra su pueblo”.
En una ocasión a un tío, Eliseo Ramón, siendo pequeño, iba a ser castigado (con culpa o sin ella, por algo ocurrido en casa) y cuando mi abuela madre, María Oracia, le mostró la correa para castigarlo, él con cierta astucia infantil tomó un ejemplar de la Biblia y le dijo: “Madre, tu vienes a mí, con correa y yo vengo a ti con la palabra de Dios”. Figurativamente “la desarmó” y se ganó que lo reprendieran de otra forma.
¿Será que con una “espada” en la mano (soldados, armas, tanques, aviones…” se puede hablar de paz frente a un adversario, mientras este último trata decirle algunas verdades? No sería malo leer el cuento infantil de Pedro Pablo Sacristán: “La espada pacifista”.
En el mismo tenor, se nos recomendó leer el prólogo, escrito por Carlos Granés, del libro “Sables y Utopías…”, de Mario Vargas Llosa (2.011) y de este resumen observamos:
Que las revoluciones han subido al poder como “democracias”; imponiéndose por la fuerza; estatizando empresas; concentrando poderes y la corrupción, la injusticia y otros males crecen sin poder ser tapados; vendiendo la idea de una vida mejor, mayor economía, “igualdad”, menos pobreza y todo esto es utopía, mientras los países van de mal en peor.
A Jesús, constantemente se le han malinterpretado y por ello cualquier mortal llega a sostener que no puede existir una revolución sin guerra para lograr la paz; tal vez, ello explica cómo la palabra muerte se dijo mucho tiempo en nuestro país.
La escritora E.G. de White dice: “Aunque se nos pide que seamos como Cristo en nuestro trato con nuestros enemigos, no debemos, con el fin de tener paz, encubrir las faltas de aquellos que vemos en el error… Era demasiado buen amigo de ellos como para guardar silencio cuando seguían una causa que destruiría sus almas, las que El había adquirido con su propia sangre” (Alza tus ojos, p.218).
Es evidente que, los gobiernos dictatoriales y los revolucionarios no aceptan la crítica y si lo criticas estas: “¡Fuera!” Esa no fue la idea del Maestro y por ello insistimos en la mala interpretación de Jesús, cuando se refirió a la espada de la paz; en tal sentido la escritora citada acotó: “La paz que Cristo denomina su paz y la que El legó a sus discípulos no es la que evita todas las divisiones, sino es la paz que se brinda y se disfruta en medio de las disensiones. (Ídem).

www.ventanabiertalmundo.jimdo.com

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