Puede Ud. albergar una opinión sobre las protestas que se están desarrollando en toda Venezuela. Es posible, que si no ha apoyado, como muchos lo están haciendo, a estudiantes, a vecinos, amas de casa, trabajadores, obreros, en su manera de expresar su descontento, su cansancio, su angustia e impotencia ante un gobierno que los ha sumido en la escasez, las colas, la inseguridad, la criminalización de la disidencia o la absoluta incertidumbre sobre su futuro, tenga sus reservas o incluso un afilado escepticismo sobre el efecto que dichas acciones han generado efectivamente en el talante del gobierno de Nicolás Maduro, en sus decisiones y acciones. Pero hay algo que trasciende cualquier valoración, y sobre todo, entre quienes pretenden aun mantener una incomprensible neutralidad ante la crisis venezolana.
Y también, hay algo que, pese al brutal y oprobioso silencio de los medios televisivos, censurados y autocensurados por el gobierno, el mundo parece estar descubriendo a estas horas: La “revolución” ha desatado una despiadada y criminal represión contra estudiantes y ciudadanos, a través del uso sistemático de la violencia, no sólo a través de sus organismos de seguridad como la Guardia Nacional Bolivariana, sino apoyándose en la acción, coordinada, promovida y financiada de grupos armados, bandas paramilitares, llamadas en muchos casos “colectivos”, cuya “defensa” de la revolución supone impedir, a como dé lugar, la manifestación y expresión de quienes no se identifican con el proyecto político oficialista.
Habla Nicolás Maduro. Lo secunda la Fiscal, Luisa Ortega. Diosdado Cabello le hace coro con su estilo tolerante y democrático. Jaua acompaña hecho jauría de pacifismo y alegría. La GNB no ha incurrido en ningún exceso, en ninguna violación a los derechos humanos. Toda su actuación por estos días ha estado apegada a derecho y al marco constitucional. Y entonces es imposible no sentir un tufo a tiranía posmoderna, a autocracia disfrazada de encomiable gobierno de los excluidos y necesitados en dicho ejercicio retórico coral, hundido cada vez más en las aguas del cinismo y la decadencia moral.
Maduro invita a celebrar el Carnaval, y baila alegre en comparsa ejecutiva, mientras muchos venezolanos entierran a los fallecidos durante las recientes manifestaciones. No sabemos si estos días servirán como un puente que termine de apaciguar la protesta de calle estudiantil y ciudadana, o si logra este sentir colectivo mantenerse y posiblemente asumir otros caminos de expresión política. La necesidad de conducción y liderazgo político en el plano opositor, deficiente o ausente en buena medida hasta ahora en estas acciones, no niega la sinceridad o la espontaneidad del reclamo de muchos venezolanos ante el totalitario proyecto en ciernes.
El ministro Héctor Rodríguez, aseguró que dentro de la «campaña para erradicar la pobreza» se pretende establecer políticas sociales para sacar a los ciudadanos de esa condición, y haciendo la salvedad advirtió: «no es que vamos a sacar a la gente de la pobreza para llevarlas a la clase media y que pretendan ser escuálidos».
(El Universal, 25-02-14). Pobres ad infinitum. Socialistas y sumisos forever.
Por todo ello. Por la represión, y la brutalidad descubierta, grabada y fotografiada al mundo entero, y aun negada por el gobierno, por conductas rayanas ya en criminal accionar, solo cabe una frase: Cruzaron la raya.
@alexeiguerra