Mensaje de Nuestra Señora dado a uno de los pastorcitos, Lucia año 1917: «No temas, querida pequeña, soy La Madre de Dios que te habla y te pide hacer público el presente Mensaje al mundo entero. Al hacerlo, encontrarás fuertes resistencias… Satanás reina en los más altos puestos determinando el desarrollo de los acontecimientos, y conseguirá efectivamente introducirse en la cumbre de la Iglesia,… verás cómo Dios castigará a toda la humanidad… Si la humanidad no se convierte…también a la Iglesia le vendrá el tiempo de sus más grandes pruebas…sobrevivido a todo lo sucedido los que estén aún con vida, proclamarán nuevamente a Dios y su Gloria, y le servirán como en un tiempo, cuando el mundo no estaba así de pervertido. Ve pequeña mía, y proclámalo, yo a tal fin estaré siempre a tu lado para ayudarte».
Actualmente, no es un secreto para nadie que Nuestra Madre y Santa Iglesia Católica ha sido durante años asechada por el mal, que puede hacer uso de nosotros mismos desde afuera o dentro de esta para llevar a cabo su único pervertido propósito, el desprestigio y destrucción, pretendiendo detener el Mensaje Divino de Salvación, exhortación a la Conversión y Santidad dado por nuestro Señor Jesucristo, de forma tal que las almas que desconocen la Verdad Redentora se pierdan, o terminen en las aras de la condenación eterna. Por tal motivo, hoy la necesidad de llevar vida de oración, como vía expedita para mantenernos unidos a la gracia del Espíritu Santo (…siendo Dios mismo (Hechos 5.3–4), nos guía a la verdad”) ,y la práctica de las sagradas enseñanzas de la Madre Iglesia, que nos llenan de gracias y bendición, se hace evidente, solo así, podremos tener la fortaleza y el discernimiento necesario para no desviar nuestro camino a Dios, en la obediencia y en la Fe misma.
Como Ángeles de luz vendrán a nosotros disfrazados (2 Cor.11:13-14), para confundirnos y enemistarnos unos y otros, confundiéndonos y finalmente irrumpiéndonos la paz, vital para seguir la voz del Espíritu de Dios en nuestro corazón. Satanás se oculta, trabaja en las sombras en el anonimato, acusa, no corrige o actúa a la luz de la verdad, haciendo daño especialmente a quienes han consagrado su vida y servicio a Dios, dando ejemplo de amor, y rectitud ante los hombres.
Es tiempo de propagar el evangelio del amor y paz de Cristo, de invitar a una vida de fe y oración, dejar de lado las críticas destructivas que no edifican que perturban nuestra vida, que atentan contra la sana fe de nuestras pueblos, congregaciones, laicos comprometidos, servidores e iglesia en general; ha llegado el tiempo de cerrar nuestros oídos a quienes intentan engañarnos sugiriendo y haciendo uso de la Santa Palabra sin tener un testimonio santo de vida, es decir, no cumplen la ley divina de Dios mismo, ni las leyes que rigen Nuestra Santa Iglesia heredada por Cristo, levantada y guiada por su Espíritu Santo.
Animaos pues todos en las palabras de Jesús nuestro Señor: «Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y las puertas del reino de la muerte no prevalecerán contra ella” (Mateo 16,18). Nuestro Sabio Señor nos dice no temáis, ni el infierno destruirá la Iglesia. Escuchemos la voz de la Iglesia que nos guía, practiquemos con amor y devoción sus leyes, el alma obediente no se equivoca y Satanás la repudia, todo cambio en dichas leyes debe venir según la voluntad Divina, en armonía y unión fraterna de todos los que hemos nacido de la luz, de todos quienes Dios quiso que formáramos su victoriosa Iglesia. Que Nuestra Inmaculada Madre continúe peregrinando con nosotros, defendiendo y bendiciendo nuestras vidas y fe en Cristo, con su amorosa y gloriosa presencia. Amén.