Escuché alguna vez a un hombre decir que ser mujer es fácil porque “un par de pechos te abre muchas puertas –sobre todo si son 36B-”. Y a una, de senos pequeños, pero senos al fin, se le sofoca el orgullo. ¿Dónde me dejas la inteligencia, el temple? Luego, una ve a esas lolas 36B montadas en unos empinados tacones paseando de la mano de un hermoso caballero, y se enfurece; no tanto por su exuberante belleza, sino porque la inteligencia la dejó en el cuerpo y el temple en el equilibrio que hace entre los tacones, la cartera y el teléfono.
¿Será que el tipo tenía razón? ¡Será! Entonces ves a una ex miss (Patricia Janiot) conduciendo, tajante, entrevistas a personajes políticos en una de las cadenas de noticias más importantes del mundo (CNN en español). Reivindicas la teoría de la mujer maravilla y empiezas la cacería de motivos para exaltar el significado de ser mujer, más allá del hecho de tener un par de lolas.
Encuentras que una asiática, por primera vez en la historia, fue enviada al espacio. Allá no maneja aviones, va a bordo del cohete Shenzhou-9, incluyendo así a China entre los siete países que ha llevado mujeres al espacio.
En planes alejados de la ciencia, pero en el mismo son de ser pioneras, está Dalma Rushdi Malhas, la atleta saudita que participará en las Olimpiadas de Londres en la disciplina de salto ecuestre. Una osadía para un país donde a las mujeres no se les permite, siquiera, mostrar públicamente el rostro.
Y aquí podría escribir sobre la discriminación, sobre el abominable hecho de que en África todavía se practique la ablación de los genitales femeninos y que, peor aún, en un país desarrollado como Colombia un desgraciado hombre haya violado a una mujer que murió a causa de los golpes y el empalamiento al que fue sometida. Podría continuar y asquearnos todos de la miseria humana que nos corrompe. Pero no. No es la idea lamentarnos aquí.
Enaltecer. Eso sí. Por lo positivo. Por la madre de cinco hijos que a los 36 años sigue corriendo como un rayo y regresa este año a las olimpiadas. Por la afgana que gracias a su carácter y determinación se convirtió en líder de su aldea. Por las presidentas que actualmente llevan las riendas de su país. Por la que no es atleta ni jefe, pero que sabe curar el llanto con un abrazo.
A las de dotes menos prominentes que, si no abren puertas, lanzan fuertes patadas para saltar por la ventana. Y, cómo no, celebremos a las brutas con estilo. Las que mueven el mundo con sus 36B porque todas somos un frasco de hormonas que el universo necesita tener. Bien lo dice Leonardo Padrón: la mujer siempre es un libro por leer. Arriba las manos por ese ser.