Es ocioso seguir repitiendo que el régimen es muy malo. El peor que ha sufrido Venezuela en toda su existencia. Socialismo salvaje para algunos, “comunismo de alpargatas” para otros entre los cuales destaca el veterano de mil batallas Luis Miquelena. Por cierto recomiendo la cuidadosa lectura de la entrevista que concedió a Roberto Giusti publicada en El Universal del domingo pasado. Con claridad señala como objetivo a corto plazo el cambio del régimen actual señalando, además, que hoy “la ofensiva no se plantea en el campo electoral”. Indica el camino alternativo y hace las recomendaciones pertinentes. Ojala sean atendidas.
Cuando el objetivo está claro es posible definir unitariamente una estrategia adecuada para alcanzarlo. Hasta se pueden cometer errores. Nunca tendrán consecuencias definitivas. Pero cuando no hay ni lo uno ni lo otro, cualquier error, por pequeño que parezca, puede conducir a tragedias irreversibles. En ésta época la responsabilidad del liderazgo democrático es enorme.
Lo electoral tendrá sus tiempos, pero no entender la fatiga existente, el ánimo de cambio de la sociedad entera, puede conducir a una creciente resignación pesimista que terminará por rechazar a tirios y troyanos y aplazar por tiempo indefinido la disposición de la gente para luchar por el cambio.
No hay solución electoral posible ante la ruina política, económica, social y moral del país, mientras el régimen se mantenga. Dominado por los cubanos, con pérdida de territorios que nos pertenecen y la mayor ineficiencia y corrupción conocidas, sin ordenamiento jurídico, pero, a pesar de todo, con objetivo y estrategia definidos para conservar el poder. Solo una sólida alianza civil y militar hará posible el renacimiento de la democracia. Atención a los sables. Recordar el 18-octubre-45 y el 23-enero-58 del siglo pasado, es una obligación. No hay espacio para cobardes
Ni calculadores.