Para recordar: “El Eterno vio que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo sólo el mal”. (Génesis 6:5)
¡Qué triste, lamentable, y hasta peligroso, hablar de “paz” cuando se tiene un arma (física o verbal) en la mano! Hasta para escribir este tipo de artículos, se hacen con cierta dificultad por la misma razón que nos pueda mover escribirlos.
Generalmente, el que habla de paz no deja de nombrar a sus enemigos; sus males, debilidades y casi nunca sus virtudes o aciertos, aún así, terminan descalificándolo.
Tal vez no cuadra, pero cuando hablamos de Dios, por algún lado mencionamos a su enemigo y nuestro también, como lo es el Diablo; el que dañó la creación, trató de opacar el Amor de Dios, aún entregando a su Hijo por nosotros; queriendo hacer fracasar el plan de la Redención. Quizá hasta por esto último, Dios no está presente en ningún plan de paz.
Según la página, www.definicion.de, dada la palabra “violencia” encontramos aspectos interesantes: 1) Es “…la acción y efecto de violentar o violentarse… que se ejecuta con fuerza, ímpetu o brusquedad; o que se hace contra el gusto o la voluntad de uno mismo”.
2) También, “La violencia, es un comportamiento deliberado que puede provocar daños físicos o psíquicos al prójimo… (Esto puede dejar secuelas).
3) No es menos relevante, que los anteriores: “La violencia busca imponer u obtener algo por la fuerza”.
El primer violento y agresor fue Caín, quien mató a su hermano Abel. Al poco tiempo, Dios tuvo que enviar un Diluvio (según lo reseñado en el texto inicial), porque el ser humano todo el tiempo estaba pensando en hacer lo malo.
En Venezuela, en los últimos años se nos ha tratado de instaurar un modelo económico llamado Socialismo y esta imposición ¿pudiera ser una causa de la violencia?
Si aceptamos la premisa que todos somos egoístas (por esto del pecado), el egoísmo cuadra más con el Capitalismo que con el Socialismo. Pero, con esto no decimos que ser capitalistas es malo, o tener dinero sea malo; porque cada quien tiene sus virtudes, habilidades individuales, y si se trata de negocios, el más aventajado es quien le saca provecho a cualquier asunto. Tal vez por ello, el capitalismo no se impone por la fuerza, contrario a los que pretenden establecer el Socialismo, tal como lo señalamos en el punto tres (3) de la definición de “violencia”.
Si todavía no hemos aceptado que todos somos egoístas: Los socialistas que no deseen dinero, bienes, comodidades, que levanten la mano por favor. No olvidemos: “Donde tienes tu tesoro, allí está tu corazón” (Mateo 6:21) Entonces preguntemos: ¿Qué socialista desea compartir algo con alguien después que tiene millones de bolívares? Indudablemente que no sería de este mundo…
Observemos la conducta, la vida, el verbo de los que tratan de imponer el Socialismo y pudieran llegar a ser algo peor que los capitalistas, y de seguro tendrán sentimientos encontrados.
Escuchamos parte del discurso del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, quien propuso realizar una jornada en búsqueda de la “Paz y la vida”, concluyendo, esta actividad en Caracas, encadenó este domingo 26 de Enero de 2.014. Por cierto: ¿Eso de las cadenas, no tiene más influencia que todos los Medios juntos?
Mientras llamaba a la “paz” no dejó de ofender a: Los “sabios”, a quienes los descalificó por “escribir estupideces”; la oligarquía; la autonomía universitaria; los dramaturgos, los medios amarillistas (porque publican cifras o hechos de lo malo que ocurre) y todavía no entendemos por qué es una “transgresión” decir que en nuestro país en 2.013, en manos del hampa, fallecieron (tristemente) más de 24 mil personas ¿Qué responsabilidad tienen los gobernantes?
Nunca dejará de haber violencia, y menos cuando se acerca la Segunda Venida de Cristo, e inclusive sucederá como el Diluvio, pero ahora habrá todo tipo de desastres naturales, unidos a los problemas sociales.
Si deseamos hablar de paz (antes que Cristo venga) jamás nos acercaremos a ella ofendiendo o haciendo la guerra; más al contrario, cubriendo las necesidades y protegiendo al ciudadano; entonces, si se pudiera llegar al respeto, y quizá podremos hablar los unos y los otros.
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