En la Biblia, a través del medio a través del cual Dios nos habla, encontramos mediante un “escrito está” la correcta respuesta divina a la interesante pregunta de si necesitamos intercesor ante Dios para ser oídas nuestras peticiones.
Así como en los tribunales de justicia las leyes del mundo requieren el patrocinio, asistencia o intercesión de un abogado, también nuestro Padre celestial considera indispensable que cuanto le pidamos lo hagamos a través de su Hijo Cristo Jesús, nuestro único abogado intercesor y mediador entre Dios y los hombres, quien nos enseñó que “nadie viene al Padre sino por mí” (1ª Timoteo 2.5; Juan 14:6; Efesios 2:18; 3:12).
Nos aseguró igualmente que ciertamente nos sería concedido todo lo que pidamos al Padre, por la mediación del Hijo de Dios, en su nombre. (Juan 16:23; 15:16). Seguramente alguien opinará que Cristo Jesús requiere a su vez de un intercesor para acudir ante él; pero resulta que nuestro único abogado intercesor nos pide que acudamos a él directamente y que todo cuanto pidamos en oración a Dios Padre lo hagamos por su intermedio. (Mateo 11:28; Apocalipsis 3:20; Hebreos 14:16).
Las Sagradas Escrituras enseñan que Cristo Jesús, luego de su ascensión a los cielos, se sentó en el trono celestial a la diestra de Dios Padre en donde efectúa su obra sumo sacerdotal intercesora para el perdón de los pecados de todos los que arrepentidos acudan a él en demanda de perdón, toda vez que en ningún otro hay salvación, porque no hay otro Nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.
(Hechos 4:12; Hebreos 9:24; 7:25: 1 Juan 2:1).
Se concluye entonces que la Palabra de Dios es enfática al afirmar que hay un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo, a quien podemos acudir confiadamente antes de que deje de interceder. El propósito de Satanás es opacar la obra sumo sacerdotal intercesora de Cristo Jesús en el Santuario celestial, haciendo que acudamos en vano a otros intercesores espurios.