«Es un día para sentirnos orgullosos de algunas cosas; en nuestro país reímos y lloramos», dijo ayer el actor y director venezolano Miguel Ferrari, desde Madrid (España), donde recibió la nominación a los Premios Goya del cine español, por su ópera prima Azul y no tan rosa, que compite en el renglón Mejor película iberoamericana.
La producción protagonizada por el actor barquisimetano Guillermo García junto a Ignacio Montes, Hilda Abrahamz, Sócrates Serrano, Carolina Torres y Alexander Da Silva, fue estrenada a finales de 2012 y, desde entonces, se ha robado los aplausos de la crítica especializada.
Con Azul y no tan rosa, el elenco dirigido por Miguel Ferrari tocó los corazones de más de 500 mil espectadores que asistieron a las salas de cine de este país durante 33 semanas, mostrando la historia de un fotógrafo homosexual que debe hacerse cargo de su hijo, a quien no ve desde hace años.
Vía telefónica, el director cinematográfico confesó a EL IMPULSO haber estado bastante angustiado. «Había pensado en no ir a la ceremonia y recibir la noticia desde mi casa. Fue acertado cambiar de opinión e ir hasta la Academia de Cine de España, donde viví un momento especial al escuchar que Azul y no tan rosa fue la primera película que anunciaron en la categoría Mejor película iberoamericana».
El filme compite con Gloria (Chile) del director Sebastián Leilo; La jaula de oro (México), de Diego López Quemada y; El médico alemán (Argentina), de Lucía Puenzo.
«Vi la película de Lucía Puenzo en el Festival de Cine de Montreal, donde compartimos cartelera. Las otras dos no las he visto. Sé que son grandes competidoras. Pero quiero que sepan que Venezuela ha sido la gran revelación y los académicos están entregados a votar por nosotros, porque es una película fresca y diferente, que despierta las emociones del público», afirmó Ferrari.
-¿Esperaba el éxito de esta película?, ¿cómo ha lidiado con él después de tantos reconocimientos?
-Creo que cuando se trabaja con el corazón y sin improvisaciones, los éxitos viene por añadidura (…) no esperé ganar premios, sólo quería que los espectadores se conectaran con las emociones de los protagonistas, y haberlo logrado fue mi mayor premio.
-La homosexualidad es un tema aún polémico en Venezuela, ¿qué lo motivó a escribir sobre ello?
-Es que no se escribe nada. En España, por ejemplo, se ha dicho tanto y sin prejuicios. No podemos tener a Venezuela en la oscuridad, porque debemos avanzar hacia una sociedad mejor, donde se respeten las ideas. Ese es el mensaje de la película: diversidad y tolerancia, porque en el respeto está nuestra grandeza.
-¿Qué vio en el barquisimetano Guillermo García para convertirlo en su protagonista?
– Es un actor sencillo, que tiene unos ojos con una fuerza que se merecía el cine venezolano. Yo necesitaba salirme de los clichés y buscar gente normal, con un cuerpo normal; no es un tipo guapo, pero sí cautivador (…) amén de que es un tipo con sensibilidad, disciplina y talento, con un abanico emocional que le permite pasar de la comedia a la tragedia sin ningún problema. Él lo tenía todo.
-Venezuela tenía 15 años sin ser nominada a los Premios Goya (Amaneció de golpe, de Carlos Azpúrua, en 1999), ¿qué cree que pasó en este tiempo con la producción nacional?
-El cine venezolano estaba reorganizándose; en busca de salir de un lenguaje, de un cliché, en lograr la reconciliación del público con la producción criolla. Lo hemos logrado, recuperamos la confianza de los espectadores y eso ha comenzado a repercutir en el exterior, porque el trabajo ahora es ganarnos la confianza del público internacional.
Frente al éxito, el compromiso se vuelve mayor. “Ahora estoy escribiendo. Siempre me han dicho que la segunda película es más difícil y ahora lo compruebo; pero me relajo y hago lo mismo. Busco llegar al corazón de la gente, no a los intelectuales, críticos ni eruditos. Lo más importante siempre va a ser ese público que paga una entrada para pasar dos horas en el cine, emocionándose con los personajes”, dijo Ferrari.