Para recordar: “Donde está el rey de los Judíos… que venimos a adorarlo” (Mateo 2:1,2)
Los primeros reyes mencionados en la Biblia están registrados en Génesis 14 y dice que se pelearon cuatro contra cinco. Los “vencedores” se llevaron a Lot, con el botín, quien residía en Sodoma y era sobrino de Abram.
El patriarca (Abram) tuvo que armar unos 318 criados y lo rescató. De regreso, le salió a su encuentro, en tono amistoso, el rey de Sodoma y también Melquisedec. Este último rey de Salem, (Génesis 14:18), bendijo a Abram y el patriarca le dio el diezmo de todo lo que había recobrado (ganado).
Antes de Abraham, luego Jacob, Moisés, Josué, la dirección era Teocrática, es decir Dios los guiaba personalmente. Después el pueblo Hebreo (el de Israel) se le reveló al Eterno y por ello le permitió que se nombrara a Saúl como el primer rey (Ver 1er libro de Samuel, cap.9).
Pasaron los años y la tribu de Judá tuvo unos 20 reyes, como: Roboam, Josafat, Ocozías y en el seno de Israel se levantaron otros 20 reyes como: Jeroboan I, Nadab, Acab, Oseas. Hubo buenos y malos reyes, pero así fue la historia.
A los magos, que buscaban dónde había nacido Jesús, el Hijo de Dios, la humanidad se ha dado la tarea de llamarlos reyes. Razón por la cual, cada 06 de Enero se menciona como “el día de Reyes”; hecho que representa algo así como la salvación para algunos niños que no recibieron regalo, en el mes anterior.
Ahora nos preguntamos ¿Fueron los magos unos reyes? ¿Es la historia? ¿Una tradición? Con la historia humana o tradición, tal vez nunca llegaremos a saber ¿A quién se le ocurrió por primera vez llamarlos “reyes magos”? Porque eso no lo dice la Sagrada Escritura.
Todos sabemos, que con la ayuda del monje Dionisio y otros, desde su inicio, la Iglesia Católica se ha auto adjudicado colocar fechas, especialmente las religiosas, y eso lo vemos cada año, dadas las celebraciones en el mundo. Y desde esta “Ventana”, durante 52 semanas al año, o en cada ciclo, estamos tratando de enseñar o resaltar la posición bíblica, sin la mínima intención de cambiar historias o herir susceptibilidades.
¿A dónde deseamos llegar si develamos que los magos no eran reyes? Muy fácil, la lección es: Que no debemos fijar hechos, situaciones que la Biblia no menciona o establece. Si los visitantes fueron “magos”, debemos llamarlos “magos”. Generalmente, los magos de los reinos eran los consejeros, astrónomos, filósofos y hasta profetas (Ver Éxodo 7 y Daniel 1 y 2).
Cuando los magos llegaron a Herodes, rey de Judea, Galilea y Samaria le preguntaron: “¿Donde está el rey de los Judíos… que venimos a adorarlo?” (Mateo 2). Por ser magos, no les rindieron pleitesía, ni venían acompañados de algún ejército, porque esa era la costumbre.
Por su parte, Jesús rechazó la “tradición” impuesta por los sacerdotes y el pueblo que le esperaba (ver Mateo 15); por eso, la tradición no es nuestra predilección y es muy difícil luchar contra ella; tampoco, necesariamente, debemos unirnos a ella. A veces, resulta un reto enfrentarla y al escribir o hablar aspectos espirituales, repetimos, debemos basarnos en lo que la Biblia señala. Si aceptamos otros escritos que dicen ser inspirados por Dios, deben repetir fidedignamente la Sagrada Escritura.
Por ejemplo, citamos a la escritora E. de White, cuando señala: “Los Magos eran de alta alcurnia, educados, ricos e influyentes. Eran los filósofos, los consejeros del reino, instruidos en toda la sabiduría del antiguo Cercano Oriente. Los «magos» que vinieron a buscar al niño Jesús no eran idólatras, y se caracterizaban por ser personas rectas e íntegras” (Deseado de Todas las Gentes, pp.41-43).
En la Biblia no dice que eran tres los magos ¿por los tres regalos?; tampoco se menciona el color de ellos (blancos, rojo, amarillo, negro); y mucho menos los nombres (Melchor, Gaspar y Baltasar).
En cambio, Jesús si fue Rey, porque se lo dijeron los magos al rey Herodes; porque lo señalaron los profetas y toda la Escritura lo afirma. Es más, dice que viene pronto como “El Rey de Reyes y Señor de Señores” (1ª Timoteo 6:15; Apocalipsis 17:14).
Gracias a Dios, que tenemos Gran Luz con la Santa Escritura y deseamos que este año nos ayude a caminar, cada día, nuevos pasos para nuestra salvación.
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