Retomo la disciplina de escribir estas notas semanales. Constituyen para mí una oportunidad, casi la única, de expresar cosas que me angustian. Aquí he encontrado un desahogo de las preocupaciones que llevo por dentro sobre el destino de Venezuela. Mi agradecimiento al querido diario EL IMPULSO por su generosidad. Comienzo felicitándolo por sus 110 años de existencia. EL IMPULSO es una enorme institución dentro de la colectividad larense. Se dice muy rápido 110 años, han sido años de tesonera labor, de lucha y coraje en la defensa de los valores de la libertad y de la democracia que todos los venezolanos de buena voluntad debemos agradecer.
Esa lucha nunca termina, porque aunque ha habido períodos en los que pareció consolidarse la libertad y la democracia, ahora vemos que cada día aparecen nuevos riesgos y retos a enfrentar y EL IMPULSO ha sido consecuente en cada momento de su vida con la aspiración de que Venezuela sea una sociedad libre, plural y democrática. Han sido 110 de años de una vida coherente. La generación fundadora de El Impulso y las generaciones que la han secundado, han recorrido esos 110 años dentro de la más admirable coherencia de conducta institucional, corriendo el riesgo de graves atropellos y aún de la vida misma del periódico, como ocurre hoy. En esta hora del arribo a los 110 años de nuestro periódico de toda la vida, los barquisimetanos debemos acompañarlo y no reparar en esfuerzos para impedir que se acalle una de las ventanas abiertas a los aires de libertad. Gracias a Dios el pueblo barquisimetano tiene conciencia exacta de la dimensión de este reto y va a acompañar, como lo ha hecho hasta ahora, a una de las instituciones determinantes del ser barquisimetano.
Precisamente desde hace un tiempo quería tocar el tema de la coherencia.El aniversario y la trayectoria de vida de EL IMPULSO, me ofrecen una oportunidad inmejorablepara abordar este tema, por ser EL IMPULSO, como he dicho, un testimonio de coherencia. La definición de coherencia es la “relación lógica entre la forma de pensar de una persona y su forma de actuar.” No es coherente quien se comporta atendiendo no a sus principios y valores, si no a la conveniencia circunstancial, política o material de su actuar. No es coherente quien actúa en razón de fines inmediatistas, anteponiendo sólo los intereses personales o de grupo. No es coherente quien predica y exige a los demás una conducta pero él practica otra. Debemos ser, tanto en lo personal como en lo colectivo, coherentes con lo que sostenemos. Le oí decir al ex canciller Arístides Calvani que debemos “vivir conforme pensamos, porque si no terminamos pensando conforme vivimos”. Probablemente esa frase no es deCalvani, pero fue la persona a quien se la oí y por eso lo recuerdo a él cuando trato de explicar la coherencia, pero lo recuerdo a él también porque su vida fue un testimonio de coherencia personal y familiar. Quienes tienen responsabilidades públicas o frente a conglomerados de personas, debemos procurar llevar una vida escrupulosamente coherente. Gobernantes, magistrados, profesores y maestros, padres de familia, sacerdotes y todo el que cumple una labor formativa debemos inculcar, de palabra, pero sobre todo con el ejemplo, la coherencia de vida. Un grave daño produce quien por negligencia no guarda esa relación entre pensamiento y vida.
Creo que el actual régimen venezolano continúa dando mal ejemplo en este campo de la coherencia. Recién pasadas las elecciones del 8 de diciembre, planteó un diálogo con el sector opositor a su gestión. Lució bien aquel llamado. Gobernadores, salvo Henrique Capriles, y alcaldes electos atendieron al llamado de Miraflores. Pero ya desde el momento de comenzar la reunión me pareció que aquello no tendría ningún porvenir. Hacer oír el Himno Nacional cantado por el difunto ex-presidente Chávez ya fue una repugnancia impropia en un ambiente donde se suponía habría distensión y acuerdos. Desoír el clamor nacional pidiendo el regreso de los asilados y la libertad de los presos políticos, en especial la de Simonovis, es otra incoherencia con respecto al espíritu de diálogo que se pregona. La lista de supuestos o reales viajeros opositores al exterior el día de año nuevo, es otra muestra de intolerancia del régimen contra quienes no piensan como ellos, sin dejar de mencionar las violaciones constitucionales que esa lista supone. Venezuela espera rectificaciones, diálogo sincero, inclusión, respeto por todas las personas y sus ideas. Sólo así tendremos éxito ante tantos problemas que nos aquejan.
Coherencia
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