El anuncio hecho por el gerente de la Azucarera Pío Tamayo, Efraín Suárez, sobre la aprobación de la constitución de un nuevo central con recursos y asistencia técnica de los chinos, es considerado como un asunto merecedor de la atención de la población larense porque ya hace muchos años el propio Hugo Chávez, durante una de sus alocuciones radiotelevisadas, prometió una factoría de esa naturaleza para Lara a ser realizado por los iraníes.
El asunto fue expuesto por el partido Un Nuevo Tiempo, que precisó que ese central fue propuesto para el sector La Otra Banda, en el municipio Torres.
Pero, como no se cumplió la ejecución de la obra, el dinero, cuyo monto se desconoce hasta ahora, se perdió.
Ese proyecto formó parte de los convenios suscritos por Chávez con el gobierno iraní cuando comenzó a realizar gabinetes en los estados, en los cuales anunciaba obras que sería realizadas por gobiernos extranjeros.
El gobernador de entonces, Luis Reyes Reyes, se iba a los municipios para hablar de las obras que previamente había anunciado Chávez, pero que quedaron solamente en palabras.
Ahora hay que preguntarle a la sociedad larense si el gobierno de Nicolás Maduro ha conversado con los sectores dedicados por año a la siembra, cultivo y procesamiento de la caña de azúcar cuál sería el sitio de Lara donde podría invertirse en un central azucarero, vista el fracaso del central Ezequiel Zamora en Barinas y la Azucarera Pío Tamayo, de El Tocuyo.
Son muchos los anuncios rimbobantes que se han hecho sobre la repotenciación del tradicional central El Tocuyo, al que le cambiaron el nombre, como si eso significara que iba a ser mejor que cuando lo tenía el sector privado.
Dentro de los acuerdos con los chinos lo que se está es disfrazando tranferencia de equipamiento obsoleto, como los que le ha vendido China a Venezuela en el campo de la electricidad después del desplazamiento de las plantas eléctricas de aquel país, como consecuencia de la puesta en vigencia de la central de Las Tres Gargantas, que le permitió al gobierno chino desincorporar sus centrales termoeléctricas y vendérselas a su cliente más ingenuo, como es el gobierno venezolano, a los precios que le da la gana.
Es por ello que la sociedad larense debe estar muy atenta a ese nuevo proyecto, porque la experiencia del pasado ha sido muy negativa, señala Un Nuevo Tiempo.