El 19 de diciembre cumplió 80 años El Parque Ayacucho, fue motivo de grato recuerdos para los que fuimos moradores de la zona, personalidades notables como buenos ciudadanos con grandes sentimientos y amor, atraídos por sus añoranzas se congregaron en un sentido acto en conmemoración de tan distinguido monumento, el respetable Colegio María Auxiliadora escenario de grato recuerdo sobre todo para los padres porque ahí estudiaron buena parte de nuestras hijas.
En mi época de adolescente dábamos vueltas en bicicletas para desde muy lejos picarle el ojo a tantas lindas zagaletonas o triponas de la época, algo tan sano y de tanto respeto que rayaba en una familiaridad recíproca.
Por no haber visto la convocatoria a tiempo no me auto invité a tan importante evento, pero me sumo con sincero amor, vehemencia, voluntad y humildad a esta maravillosa iniciativa, pues parte de mi niñez, de mi adolescencia y aun después de adulto fui morador del Parque Ayacucho, primero en la carrera 14 con calle 46, recuerdo con gran sentimiento mi primera empresa que con un capital de Bs. 247,00, inicié mis inquietudes una pequeña pulpería llamada Esquina El Nuevo Sol. Fue ahí que mi padre me autorizó ponerme los pantalones largos y junto a otros jovencitos muy humildes combinamos trabajo y estudios con deportes tales como boxeo, que lo practicábamos en un ring improvisado en la Alfarería de los Hermanos Pérez, cariñosamente llamado la Burrera, beisbol que las pelotas eran de trapo, los guantes de lona y los bates de rolos de cují y volibol que lo jugábamos frente al terreno del pariente Wilmer Peraza y su noble transcendencia, con sus colegas del Guachirongo. Esa zona para mí fue mi segunda patria después de mi villorrio caserío Volcancito, aparte del trabajo y el deporte también disfrutábamos de los picoteos donde nos disputábamos en torneos de baile quien lo hacía mejor. Nos turnábamos los humildes hogares cada semana para realizar el picoteo y el torneo de quien lo hacia mejor al ritmo de roca rol, tuiter, mambo, merengue, guarachas, paso doble y chachacha.
En fin tengo muchas cosas que contar de nuestro querido Parque Ayacucho y a la vez pido perdón por haberme emocionado con mis vivencias, pues también les confieso que fue en esa zona donde yo me puse mi primer par de zapatos y ahí mismo dejé las alpargatas. Al principio se me dificultaba para caminar los primeros días, pero como debía ir todas las madrugadas al mercado Bella Vista, a buscar con qué surtir la bodega, antes de montar mi bicicleta de reparto primero hacía una caminata de madrugada para que no me vieran caminando con mis primeros zapatos Walcover, pagado por cuota, cosa de Dios.
Aquí estoy con los mismos sentimientos desde que nací, hoy con otras comodidades pero no sé si tan feliz como antes en mi añorada digna pobreza material de mi niñez, cito un pensamiento del maestro Santiago Ramón Carvajal: “En la niñez y la juventud todos los afectos son sinceros y todos los odios son cordiales”. Fin de la cita.
Cómo no recordar en esa época que era la zona de la gente acomodada por no decir ricos de Barquisimeto, que sin mucha ostentación lucían el producto de sus éxitos, a quienes yo admiraba y respetaba mucho, pero algo o un ángel de vez en cuando suspiraba y decía para mis adentros algún día Dios, te acordarás de mí. Cómo no recordar el Nigth Club en la calle 43 entre 15 y 16 llamado Dancin Ayacucho, su dueño un zuliano de apellido Ganga, donde tocaban una música de viento como la llamamos los campesinos, todos muy elegantemente vestidos empezando por el dueño del Dancin Señor Ganga, vestido de esmoquin, personalidades danzando al son de la música hasta el amanecer, les veía desde afuera desde la acera con una pierna en la bicicleta y la otra en la acera, yo totalmente desconocido, por aquello de que muchacho y pobre siempre pasa desapercibido, admirando desde afuera aquellas personalidades de las cuales con mucho respeto y cariño me permito nombrar algunos como son Iván Faroh, Edgar Yépez Gil, Dr. Chucho Briceño, Frank Taylor, Miguel Romero, Yoyo Izárraga, Enio Saso, Chicho Garrido, Juan Pablo Jiménez, Pepito Saldivia, Alberto González y otros acompañados de distinguidas damas.
Como no recordar los retretas, el Cine Rosal, El Imperio, los bien recordados fotógrafos, señores como Don Eusebio Peraza y el señor Escalona. Qué barquisimetano o campesino larense no se recuerda de ellos y con cariño, igualmente el Botiquín Brisas del Turbio propiedad de Don Julio Virguez, quien con mucho cariño nos daba a crédito las medias jarras o la copita de cocuy Jirahara o cocuy leal, los cuentos de la llorona que merece un capítulo aparte porque de eso sí tengo que contarles.
Rectifico mi admiración a estas incansables y notables personalidades que tuvieron esta iniciativa y que en un próximo evento y todos los que vengan estoy con ellos.
..Unidos todos por la producción nacional…
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