Cada 28 de diciembre la gente de Sanare despierta más temprano de lo habitual. Es el Día de los Santos Inocentes y del ¡Ay Zaragoza! Sanare guarda silencio por aquellas almas sacrificadas para cumplir con las profecías acerca del Salvador.
Movidos por la fe y la tradición, Los Zaragozas cambian el luto por el júbilo. Bien lo dijo Pablo, el vivir es Cristo y el morir es ganancia.
Anualmente, Los Zaragozas del Jardín de Lara tiñen de esperanza las calles con la aurora.
Ayer, entre la bruma de la montaña y el calor del pueblo, cerca de 800 locos y locainas se acercaron a Dios. Llegaron hasta el hogar de la capitana María Valeria de González, donde siempre se erige el altar adornado con palmas, ramos, velas y el mítico lienzo en honor a los mártires del rey Herodes.
El Rompimiento marcó el inicio de la celebración a las 5:00 a.m. La Salve fue entonada desde el corazón. Los promeseros conquistaron a cientos de visitantes con el sonido de cascabeles.
Con la bendición llegó el afecto. Los devotos rindieron homenaje a los capitanes de la fiesta: Bernabé Alvarado y María Valeria de González, quienes llevan 70 y 50 años al frente de la organización, respectivamente, junto a Severiano Alvarado.
“Somos una hermandad”, dijo de González. Ellos viven, sienten y respetan la tradición. Son voluntarios incansables, orgullosos de tejer lazos. Los sanareños los llaman cariñosamente abuelos.
Guiados por la típica bandera amarilla, Los Zaragozas, el Grupo Curigua y los Hermanos Rojas repartieron la felicidad entre cantos y bailes.
“La bandera es nuestra guía y representa la bendición. Significa triunfo y dicha”, comentó Rafael Linárez, portador del estandarte desde hace 13 años.
El lienzo iba en primera fila como recordatorio de la herencia cultural arraigada en la memoria colectiva de Sanare.
Llamado a la reflexión
A las 6:00 a.m. fue la primera misa del día en la iglesia San Isidro.
Gaitas y parrandas dedicadas a la Virgen María, San José y el Niño Jesús abrieron las puertas de la reflexión en la conmemoración de los Santos Inocentes.
El sacerdote Johan González comentó que esa ocasión sirve para festejar la victoria del bien sobre el mal y para despertar la sensibilidad.
No estamos lejos de aquel episodio de arrebato que tuvo el rey Herodes hace más de 2.000 años. Los derechos humanos son transgredidos, suben los índices de abortos y muertes violentas, pero es necesario apostar a la vida: ¡El Señor nos da un motivo!, precisó.
Invitó a purificar la fiesta de Los Zaragozas por el bien de Sanare.
“Debemos hacer lo correcto, consolidar la unión, tener deseos de justicia y paz”.
A las 7:00 a.m. fue la segunda misa en la iglesia Santa Ana. El sacerdote coincidió con la prédica anterior. “Hay que recuperar el sentido de la celebración y cuidar los valores. En la Iglesia sabemos que se disfrazan por una razón”, indicó.
Nos convoca la inocencia, que vale mucho y no es motivo de burla. La inocencia es una virtud de la infancia que nunca debemos perder, reiteró.
¡Ay Zaragoza!
El Grupo Curigua y los Hermanos Rojas cantaron sin cesar el mágico ¡Ay Zaragoza! donde se cruza el golpe con el merengue larense.
Propios y foráneos se incorporaban en cada estación al paseo signado por el color y la creatividad. Niños y adultos lucieron trajes vistosos de diferentes dimensiones.
Desde aceras y balcones las familias se ganaban al recorrido donde la multitud cree en Dios sin reservas. No hay caminante sin testimonio. Cada quien tiene algo que agradecer. Los cielos siempre están abiertos para conceder las peticiones de los que creen.
Los padres agradecían el milagro de la concepción, los abuelos el de la salvación y los más jóvenes depositaron su confianza en el Rey.