El músico e investigador Luis Felipe Ramón y Rivera (1913-1993), escribió en el libro Conocer Venezuela, Cultura y Folclore, tomo 3, que la Natividad tiene derivaciones populares en dos sentidos: el religioso profano y el estrictamente profano, haciendo énfasis en que lo sagrado no admite el juego; lo profano sí.
“Lo religioso profrano es así porque asuntos y costumbres de origen sagrado se transforman en bailes o en representaciones que se ejecutan jugando… el baile de los locos, las “locainas” pertenece a este tipo de expresión popular”.
En Sanare, expone el texto, el pueblo entero celebra el 28 de diciembre, el sacrificio de los Santos Inocentes, fecha que se ha popularizado por sus rasgos profanos, música, bailes y disfraces.
“Esta tradición mezcla lo religioso con lo profano, hay misa y rezos junto con baile y paseo (no procesión) por el pueblo, visitas a las casas, etc. Este festejo de Sanare revela una manera popular de entender la religión, la cual debe ser con música, baile y disfraces, con poca similitud, según la Historia Sagrada, de lo que representó la degollación de los inocentes”.
No obstante, publicó Ramón y Rivera, los sanareños objetarían que basta como recuerdo popular de aquel hecho histórico, el cuadro que cargan por el pueblo y que descubre la degollación… eso, salva la buena intención de la tradición”.
Origen indígena
El escritor Yeo Cruz relata en el libro La fiesta de Los Zaragozas que los zaragozas tienen en su génesis un ingrediente indígena conformado por una danza con adornos vegetales que expresan la cosmogonía agrícola de Sanare y sus poblaciones circundantes.
“Se trata de una de las fiestas más lúcidas y pintorescas del folclore larense, envuelta en música, cantos, danzas y colorido de los disfraces. Es la expresión de un pueblo que busca manifestar su fe”.
Pocos inscritos
Si bien, restan tres días para conmemorar el Día de los Inocentes, una de las preocupaciones de la señora María Valeria de González, capitana de la fiesta, es que se han inscrito menos de cien Zaragozas, así nos lo hizo saber el pasado domingo 22, cuando la llamamos para conocer cómo iban los preparativos de la celebración.
“Comenzamos a inscribir el jueves 19 pero está floja la inscripción, no llevamos ni cien. A lo mejor por la situación económica. Los muchachos son muy pretenciosos y les gusta estrenar disfraces todos los años, pero las telas están caras y no se consiguen los cascabeles”.
De González destacó que hay muchas personas que también se encuentran trabajando fuera de Sanare y lo más probable es que la inscripción de participantes se active desde el 26. En cuanto al apoyo de la Alcaldía y de Concultura mencionó que aún no se atreve a pedir ni recibir recursos porque desconoce cuánto podría gastarse. “Nos da pena pedir porque si no gastamos ese dinero pueden pensar que uno se agarra esa plata. La Alcaldía está arreglando el monumento de Los Zaragozas y puliendo las casas y fachadas. Lamentamos que las calles estén llenas de huecos, es triste, pero es la verdad”.
El rito
Las inscripciones cierran el 27 en horas de la tarde. En la noche se arma el altar en el garaje de la casa de la señora María Valeria. Este altar lleva ramas de sauce y palmas, flores, velones y santos.
A las 4:00 de la mañana los Zaragozas comienzan a llegar a la casa para tomar el tibio café y espantar el frío propio del pueblo.
“Se toca la canción Ay Zaragoza y se canta la Salve, esto es el Rompimiento. Luego, a las 6:00 am, nos vamos a la iglesia San Isidro, al concluir nos vamos a la eucaristía central en la iglesia Santa Ana, a las 8:00 de la mañana”. Luego, la fiesta continúa en la Concha Acústica, y luego de una hora se hace el recorrido por el pueblo durante todo el día. A las 8:00 de la noche se produce el Encierro. Los Zaragozas llegan a la casa de María Valeria y entonan unas Décimas y Salves dirigidas por Bernabé Alvarado, Capitán mayor del rito.
Capitanes de los Santos Inocentes
La tradición arrancó el domingo 22 cuando los abuelos del pueblo salen a recorrer las calles en señal de que se acerca la tradición.
“Ellos salen, visitan las casas y piden cierta colaboración que les queda a ellos. Salen para anunciar que se acerca el Día de los Inocentes”, dijo la capitana María Valeria de González.
Los abuelos recorren el pueblo hasta el día 27 cantando el tradicional Ay Zaragoza por las calles principales de la localidad.
Se conoció que lo que diga el señor Bernabé Alvarado, capitán mayor, es sagrado.
Bernabé tiene 60 años como Capitán mayor y Severiano 55 años como capitán menor.
La señora María Valeria lleva 50 años como organizadora de la fiesta. “Nos gusta que los disfrazados respeten la tradición y lo hagan por promesas”.
Esta labor es una bendición, generación tras generación
Por lo general participan entre 700 y 800 zaragozas, dijo la capitana, quien se encarga de los preparativos de la fiesta.
Junto a ella están Bernabé Alvarado, Capitán mayor y Severiano Alvarado, el portacuadro.
“Es una bendición ser organizadora de esta fiesta que va de generación en generación. Tengo amigos en todas partes, todo el mundo me reconoce y están pendientes de mí, es un gran regocijo, incluso fuera de la ciudad me conocen”.
“Agradezco mucho esta responsabilidad y este compromiso que año tras año asumo con alegría y satisfacción”.
Destacó que por cada misa se da una colaboración de Bs. 300. En San Isidro oficia el padre Johan González y en Santa Ana, el padre Fernando Ozal.
El grupo Curigua entona el eterno ¡Ay Zaragoza!
Desde hace años acompaña la tradición con el ineludible Ay Zaragoza.
Además de otros grupos musicales, se suman a esta jornada, escuelas e instituciones de Zaragozas.
Figura la Escuela de Zaragozas del señor Celestino Brito, conformada con niños de la comunidad.
Los Simoncitos también se unen a la tradición.
A los niños se les enseña desde muy pequeños en qué consiste la fiesta. Los adultos los llevan a misa y luego, cuando tienen diez años, se acercan a casa de la capitana para conocer si se vestirán de Zaragoza.
El requisito es llevar la fotocopia de la cédula del niño y del representante.
El vestuario, armar el disfraz cuesta dinero
Nos gusta que los Zaragozas luzcan bonitos ese día, dijo María Valeria. Los colores deben resaltar, las telas y las máscaras.
Cada participante puede vestir a su manera, no hay normas preestablecidas, “mucho menos cuando no les damos nada para hacer los disfraces”.
Tampoco nos gusta que sea repetitivo, nos gusta la variedad para que sea más hermoso.
Con los cascabeles ellos atraen a la gente. El sonido indica que un zaragoza está presente. Un disfraz sin cascabel no luce.
La elaboración de las máscaras sale hasta en 400 bolívares. Las alpargatas las decoran los participantes igual a su gusto. “Poco se consiguen, no las hacen como antes”.
Un traje de Zaragoza puede llevar hasta 200 cascabeles y el traje se hace con satén, la confección tarda 15 días”.
La fiesta se arma con la venta de los números
Los Zaragozas reciben un número cuando se inscriben para ser parte de la fiesta.
Estos códigos se los hace llegar la Alcaldía del Municipio Andrés Eloy Blanco a la capitana María Valeria de González, quien los vende para reunir el dinero con el que se hace la celebración.
Anteriormente, tenían un valor de cinco bolívares.
“Esa es la colaboración que Los Zaragozas aportan para los disfraces y actualmente tienen un valor de diez bolívares”.
Con lo que se recauda por la venta de los números se compran los ingredientes para el café y la sopa del día.
También se compran las flores, vasos, agua y cualquier otro requerimiento de los Zaragozas.
La capitana dejó claro que no se adquieren bebidas alcohólicas ya que la idea es vivir la fiesta en paz.
Cumplir las promesas al son de los Zaragozas
En la fiesta de los Zaragozas los que se disfrazan son hombres.
“El degollamiento de los inocentes por el Rey Herodes fue un dolor muy grande para esas madres, por lo cual, son los hombres los que representan la tradición”.
También, se evita de esta manera que algunos Zaragozas, al saber que hay mujeres en la conmemoración, les falten los respetos”.
En la jornada, sólo participan tres Zaragozas mujeres, y se debe a promesas que luego continúan sus hijos. A los Santos Inocentes se les pide por los niños enfermos. Al arco que llevan los zaragozas, se le llama chaparro de membrillo y lo cargan para defenderse y para invitar a bailar a las personas. Se disgustan si no se les acepta la invitación a bailar y si les arrancan los cascabeles, es preferible pedírselos.