“El tiempo es como el río. No puedes tocar la misma agua dos veces, porque el flujo que pasó nunca pasará otra vez” (Moussa Agassarid)
Cada época del ser humano tiene su encanto y su brillo.
Camila Victoria R. y Rebeca Rivas F. son dos niñas a las que he visto nacer, crecer, a quienes quiero y siempre llevo en el corazón, admiro su gran sensibilidad, su inteligencia, su pureza, destacarse en los estudios, surgir, planear su futuro y abrirse a la vida como rosa en botón. Las dos nacieron en Diciembre: Rebeca el 22 y Camila el 30; pronto cumplirán sus quince primaveras. Por ellas y para ellas ha sido elaborado el presente artículo.
Los años primaverales son los más lindos de la vida, el mejor canto que el cielo nos regala, época en la que no existen los imposibles, cargamos en las manos todas las estrellas, todas las auroras, todas las alegrías. Revientan a nuestro paso los renuevos de la ilusión; no existe la soledad, ni el pesimismo, la misión de vivir es inagotable, al paso juvenil inclinan su tallo los rosales. Ser joven es situarse en la historia personal, es defender los sueños, es atesorar en la memoria todo lo vivido.
El tiempo rueda inexorable el brillo de nuestro sol hasta sepultarlo en el ocaso. De todo nos pasa en el largo transitar por los caminos de la vida. Por sobre todo humanos somos; el llanto en ocasiones es dulzura, plegaria la canción, a veces con la luz nos ofuscamos, la esperanza florece a cada paso. Quince años son belleza inocultable de una infancia vivida bajo el techo de un ejemplo cargado de virtudes, disciplina, respeto, paciencia y constancia; el perfume del bien en el alma impregnado va quedando, el cincel del amor y la constancia moldean mejor el alma y es más fuerte muchas veces que la misma fe.
Pasando el tiempo maduramos, somos lo que somos, ya no nos inquietamos ni embobamos en las lunas sin fin de las teorías que el mundo va poniendo ante nuestros ojos. Hemos aprendido que la piel resiste más donde sanó la herida, a punta de decepciones aprendemos a desafiar las cosas, somos en ocasiones acíbar, en otras dulzura, somos néctar y alegría del vino de la vida. Cuando se trata de la familia el alma se nos vuelve áspera encina defensora de sus ríos de dulzura.
Como cada peldaño de un monte es de la vida cada año, al subirlo cambia todo el paisaje, todo va cambiando en nosotros, el horizonte cambia incesantemente. Siempre al subir las cuestas por duras que sean nos espera la corona del esfuerzo y la misión cumplida.
Por difíciles que sean los pasos que demos, el corazón nos conforta, conocimiento y sentimiento nos hacen fuertes, libres y capaces, la fe nos eleva por encima de cualquier impedimento. La vida es de los que luchan, nunca de los que se quedan atascados en pesimismos y autoestima baja. ¡Adelante está el camino siempre esperándonos! Aurora esplendente nos augura el imperecedero laurel que solo logra el esfuerzo, el amor y la constancia.
Ninguna época tiene otro comienzo que el ahora de su estación, cada una trae su bueno y su malo, todo va pasando, se ama, se encapucha, se rebela y se calma. Toda época trae su sueño engarzado al corazón, último órgano en envejecer. Poco a poco cada uno va tejiendo la bandera de sus sueños, aún en el invierno se sacan fuerzas y voluntad para tejerlos con verdes hilos de esperanza…
Camila y Rebeca: Quince años es sinónimo de vida, crecimiento y alegrías. Llega a ustedes el equinoccio de primavera. Ustedes son la rosa y en una rosa caben todas las primaveras. Tienen toda la vida para aprender, conocer, crear, realizarse, ser. Hoy cada una es la princesa romántica de un cuento.
La primavera es breve como la sombra que hace un ave en vuelo sobre el agua. Se extiende la aurora, canta el ruiseñor su magnífica canción, el tucusito va de flor en flor bebiendo sus mejores ambrosías; amor y canto suben como flecha al corazón, en playa de espuma enamorada luces divinamente iluminada quinceañera.
Querida muchacha: Lucha por tus sueños, por tu libertad y hónralos, conserva tu fe y tu paz, no te pierdas dentro de tus sueños, nunca pierdas el don de la palabra, de la reflexión, jamás dejes de sonreír, ama y respeta siempre a tus magníficos alfareros: tus padres. La vida es bella y más lo es en este momento primaveral que cruzas, momento en la vida de los mejores brillos.
Que Dios te bendiga Camila, que Dios te bendiga Rebeca. Larga vida tengan y viento a favor les acompañe siempre.
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