Durante la mañana de ayer, un grupo de familiares de Alexander Enrique González, de 29 años, a quien conocían como Rodriguito, se encontraban a las afueras de la morgue del Hospital Central Antonio María Pineda esperando la entrega del cadáver, y aprovecharon para desmentir la versión de que el hoy occiso pertenecía a una banda delictiva.
“Él era trabajador, vendía frutas en la avenida 42 cerca del terminal. Anteriormente trabajó como carpintero también, todo lo hacía por su hija de nueve años”, comentó Niniosca Pérez, una de sus seis hermanas.
Para ellos la muerte inesperada de Rodriguito les causó gran dolor, más aún porque presumen que le dispararon para robarlo, ya que al momento de levantar el cadáver de la escena del crimen, no se consiguió el koala que siempre cargaba, sin embargo, a las horas el mismo fue hallado al otro lado del cerro Mara donde ocurrió el suceso pero solo con las pulseras que le había comprado a la hija.
Del hecho
Informó Pérez, que el ahora occiso, estaba visitando a su novia, y cuando iba de regreso a casa de su madre, fue interceptado por dos sujetos quienes lo robaron y no obstante le dispararon hasta acabar con su vida. “Nosotros nos enteramos al rato del hecho, porque le avisaron a una prima, cuando llegamos solo encontramos dos de los tres celulares que él tenía”.
Extraoficialmente, se conoció que algunas personas que estaban por el lugar, escucharon los disparos y seguidamente vieron correr a dos hombres quienes iban sin franela, por lo que no se descarta ellos hayan sido los autores materiales de este nuevo homicidio que enluta a una familia venezolana.