En el Valle de Quíbor sólo les falta agua

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“En el Valle de Quíbor y el municipio Jiménez en general, produce quien tiene agua, no quien tiene tierras”.

Con esa afirmación se pone de manifiesto la necesidad de los productores agrícolas de la zona de agua suficiente para sus siembras, esperanzas que tienen cifradas en la culminación del Sistema Hidráulico Yacambú Quíbor, obras que se iniciaron en 1973 con la finalidad de regar unas 25 mil hectáreas, cuya fecha de terminación ha sido anunciada en varias oportunidades y se mantiene la espera.

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A pesar de esa carencia permanentemente salen de allí camiones y gandolas hacia otras regiones transportando toneladas de cebolla, pimentón, tomate, cilantro, apio españa, perejil, maíz, papa y hasta parchita.

La papa se logra en las zonas altas de Cubiro y San Miguel, abasteciendo el consumo regional, conjuntamente con el municipio Andrés Eloy Blanco, y hasta se envía a otras entidades.

En Jiménez se produce y comercializa maíz jojoto, destinado a la elaboración de las típicas cachapas, buena parte trasladado a otras ciudades del país.

De acuerdo a los cálculos del ingeniero químico y productor agrícola Juan Nicolás Torrealba, el municipio Jiménez aporta entre el 70 y el 80% de la producción nacional de cebolla, con unas 90 o 100 mil toneladas al año.

También aporta el 60% del consumo nacional de pimentón, los principales rubros que se cosechan en el valle.

Anteriormente, dijo, también había una considerable producción de tomates, pero debido a las plagas se redujo, aunque quedan algunas plantaciones en las zonas altas, como San Miguel.

Juan Reyes T., agricultor de la zona de El Negrete, llama la atención sobre la proliferación durante los últimos años de invernaderos para producir algunos subros.

“Aquí habemos unos mil trabajadores del campo que hemos recurrido a los invernaderos, en especial para pimentón, repollo y tomate pues logramos mayores rendimientos porque no les afectan las plagas, además de que se reduce al mínimo el uso de los agroquímicos y por ende los costos.

Aumentan invernaderos

Cuando cualquiera viaja hacia Quíbor, desde el distribuidor El Rodeo puede ver a ambos lados de la vía invernaderos de diferentes tipos, muchos de ellos artesanales, diseñados por los mismos agricultores en base a los originales construidos por empresas dedicadas a su instalación.

“Y es que ahora, después que el gobierno expropió Agroisleña, no se consigue nada y el agricultor debe experimentar con lo que se pueda encontrar”, dice por su parte Pedro Pérez, otro productor agrícola.

Torrealba, Reyes y Pérez coinciden en que se les hizo un daño con la eliminación de esa empresa pues Agropatria no cumple con sus necesidades.
A eso se agrega el hecho de que anteriormente contaban con Agroisleña para asesorarles a la hora de sembrar, lo que no tienen ahora con la firma que le sustituye.

“Tampoco Pequiven cubre las demandas de fertilizantes y tenemos que depender de las importaciones, que por la dolarización de la moneda se nos hacen más costosas”, afirma Torrealba.

Tampoco pueden disponer de las suficientes semillas que requieren para sembrar y también se ven obligados a depender de las importadas, a veces con riesgos de enfermedades externas que afectan la siembra nacional.

Citaron también el caso de las maquinarias, para las que tampoco se consiguen los repuestos, por lo que en muchas fincas se les observa paralizadas.

Como ellos tres, son muchos los hombres que en el Valle de Quíbor están dedicados a trabajar la tierra para recoger los alimentos que necesita Venezuela.

“De los 120 mil habitantes, aproximadamente, que tiene Jiménez, 20 mil están dedicados a la producción agrícola, lo que le hace un agromunicipio donde se produce todo el año, a pesar de las dificultades para obtener el agua”, explica el ingeniero Torrealba.

Para el obrero del campo el municipio Jiménez ofrece empleo durante todo el año, sin necesidad de emigrar a otras regiones, en especial el llano.

“Cuando Yacambú comience a darnos agua se multiplicará la producción agrícola en el municipio Jiménez, porque actualmente uno depende de la cantidad de agua que tenga para sembrar. Si llueve en la parte alta, la montaña, se llenan las lagunas y de acuerdo a las reservas se calculan las hectáreas a ser sembradas”, enfatiza Pedro Pérez.

Pero el Valle de Quíbor no sólo produce hortalizas pues gracias al empeño de unos cuantos dueños de finca, también se destaca en la producción de leche de vaca.

“El clima no permite la explotación de grandes potreros como en el llano o en el Zulia, pero se cuenta con reses de raza, de primera, con los que se logra una buena producción de leche, buenos promedios, además de que se trata de fincas bien tecnificadas, con una alimentación balanceada”, explica el ingeniero Torrealba.

Es satisfactorio que, a pesar de las insuficiencias en cuanto a agua, en el municipio existen ya grandes empresas dedicadas a la explotación agrícola, avícola, pecuaria y porcina, como El Tunal, convertida en un emporio nacional en cuanto a productos para la alimentación como hortalizas, carne, pollos, huevos y hasta alimentos para animales.

La esperanza del nuevo alcalde

Para Juan Nicolás Torrealba el hecho de que ahora tienen un alcalde agricultor en José Gregorio Martín representa una esperanza de que las cosas mejorarán pues, sin lugar a dudas, hará las gestiones necesarias para que eso ocurra.

“Tendremos más apoyo a nivel municipal y eso es muy significativo”, afirmó.

Una de las aspiraciones de los productores agropecuarios del municipio Jiménez consiste en que la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado instale allí una extensión de la Escuela de Agronomía que, como ocurre con el Instituto de Investigaciones Agrícolas del INIA, contribuya en el mejoramiento de las siembras con los correspondientes márgenes de producción y calidad alimenticia.

Y a nivel de la población en general, conforme la agricultura y la cría continúen desarrollándose, se incrementa la calidad de vida de los habitantes pues se generan más empleos y por ende se reduce la necesidad de los padres de familia de emigrar a otras regiones en busca del sustento.

La esperanzas están cifradas en Yacambú, aunque han sido tantas las fechas anunciadas por todos los gobiernos, desde su inicio en 1973 hasta el actual, que quienes continúan invirtiendo en el campo en el municipio Jiménez lo hacen pensando en que, “algún día comenzaremos a recibir esa agua, pero, mientras tanto, la buscamos por los medios disponibles“.

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