Para recordar: “Y empezando desde Moisés y todos los profetas, les declaró lo que toda la Escritura decía de él.” (Lucas 24:27)
Según Lucas 24, en el camino de Emaús se hace un resumen de escribimos en artículo anterior (Diario EL IMPULSO, 04/12/13, p.A2) y lo que continuamos hoy.
Los discípulos se iban alejándose de Jerusalén unos 10 kilómetros. Y Jesús se les acercó y preguntó de qué hablaban, ellos le interrogaron “¿eres tú el único que no sabes la noticia acerca de Jesús nazareno?”
Y agregan: Aquellos sacerdotes, gobernantes y el pueblo judío-romanos “sentenciaron a muerte y crucificaron a un profeta poderoso en obra y en palabra ante Dios y nosotros esperábamos que El nos redimiera, hoy es el tercer día de su muerte y las mujeres no lo encontraron en su tumba”.
Jesús les abrió los ojos del entendimiento y los interrogó “¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, para entrar en su gloria? Y empezando desde Moisés y todos los profetas, les declaró lo que toda la Escritura decía de él.” (Lucas 24:26 y 27).
¡Allí está la clave! El mismo Jesús les hablo de su propia historia desde Moisés hasta los profetas. Hoy, podemos leer de Jesús en toda la Biblia.
En la página rosario.org.mx, dice que cada pueblo había tenido la esperanza en alguien y cada uno se imaginaba un Mesías diferente: “Los romanos, esperaban un líder que provocaría una revuelta; los sacerdotes, no esperaban al Mesías; los fariseos, el Mesías llegaría cuando el pueblo guardase la Ley de Moisés; el pueblo, alguien que los iba a liberar de la opresión de los romanos e hiciera justicia”.
Sin duda, toda familia del linaje que salió después de Abraham, esperaban al Mesías y se veían motivados estudiar desde Moisés, hasta los profetas para saber del nacimiento de un Salvador.
Por su parte Isaías (61) habló de la Misión del Mesías; Ezequiel (17), escribió de la promesa de un Mesías Rey; Daniel (9), señaló cuando y cómo moriría Cristo, (profecía de las 70 semanas); en Miqueas 5, está el lugar exacto (Belén) donde nacería Jesús; Malaquías (3), habla de la pronta venida del Mesías y señala la Segunda Venida de Cristo (a la luz de Malaquías 4)
El doctor Lucas, en el capítulo 3, recoge las palabras de Juan el Bautista quien dijo no ser digo “de desatar la correa de sus sandalias”, quién venía tras él (Jesús). En Juan 1:41, se resalta a la mujer samaritana y señalaba haber “hallado al Mesías, esto es, el Cristo”. Y el mismo Maestro aceptó ser llamado el Mesías, a quien esperaban y declaró “Yo soy, el que habla contigo” (Juan 4:25 y 26). Es el mismo “Yo soy” que habló con Abraham y Moisés entre otros (ver Génesis 15:7 y Éxodo 3:14).
En Mateo 21, se recoge la entrada a Jerusalén montado en un “pollino”, habiendo sido profetizado por Zacarías 9:9. El apóstol Juan (17), muestra que Jesús perdería uno de los doce discípulos (a Judas), tal como lo dice Salmo 41:9: “…el que de mi pan comía…levantó contra mí su calcañar…”
Tomamos parte del villancico de Juan Antonio Espinosa, “A Belén se va y se viene”, el cual habla de Jesús y dice así: (I) Lo esperaban como rico y nació entre la pobreza, // lo esperaban poderoso y un pesebre fue su hogar, // lo esperaban un guerrero y fue paz toda su guerra, // lo esperaban rey de reyes y servir fue su reinar. (II) Lo esperaban sometido y quebró toda soberbia, // denunció las opresiones, predicó la libertad, // lo esperaban silencioso, su palabra fue la puerta por donde entran lo que gritan con su vida la verdad”.
Este villancico finaliza diciendo: “Navidad es un camino que no tiene más estrella, //que alumbrar el extravío del que olvida a los demás. // Navidad es el milagro de llegar a la evidencia, // de que Dios sigue naciendo en quien vive sin hogar”.
Jesús viene muy pronto con grande poder y gloria (ver Mateo 25:31,32). Vendrá para honrar a los que lo han amado y guardado sus mandamientos (Apocalipsis 14:12).
Por milenios, un pueblo y muchos pueblos, habían esperado al Mesías. Qué hay de nosotros, ¿todavía esperamos a un Mesías? O, ¿estamos esperando a Cristo, victorioso, venir en gloria?
No debería ser más importante colocar a Jesús en un pesebre, que alojar la esperanza de su pronta Venida en nuestro corazón.
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