Desde mi experiencia de años relacionándome con mi propia tensión y con la de las personas con las que me relaciono día a día, puedo asegurar que tener tensión significa tener miedo, vivir apresurado y con duda por todo.
Es una forma de vivir desde un esfuerzo constante en protegernos a cambio de una “falsa seguridad”. Significa querer controlar el futuro ahora, temiendo de que pasado mañana no seamos capaces de afrontar nuestra propia realidad.
El cuerpo es el reflejo de cómo vivimos y en él se proyectan todos nuestros pensamientos, emociones, sentimientos y acciones diarias. Sólo somos conscientes del cuerpo cuando sentimos alguna tensión, algún dolor o molestia en diferentes zonas del cuerpo y es en la cabeza donde está el 90% de las tensiones.
Cuando te des cuenta de que hay alguna tensión en tu cuerpo es muy probable que proceda de tu mente. Así pues, tómate un momento para estar contigo mismo, a solas, para repasar tu cuerpo y aliviar la tensión existente.
A continuación sugiero algunas técnicas, Son técnicas tan fáciles que realmente a mí me han ayudado mucho a disolver cualquier tipo de tensión que he creado en mi cuerpo:
En cualquier sitio donde te encuentres, de pie o sentado, tensa el cuerpo tanto como puedas, casi como si fueras a explotar, hazlo durante dos minutos y después relájate otros dos minutos.
Acostado, sentado o acostado empieza a hacer muecas con tu cara. Te recomiendo que lo hagas antes de acostarte por la noche y al despertarte por la mañana delante del espejo. Por la noche te ayudará a descansar profundamente y por la mañana a preparar tu día con un poco más de humor.
Acostado en la cama, como todos los días, antes de que llegue el sueño observa cómo fluye tu energía desde los pies. Parte de ahí, observa el interior: ¿hay tensión en algún sitio? ¿En las piernas, en los muslos, en el estómago? ¿Existe tirantez, tensión?
Si encuentras tensión en alguna parte, trata simplemente de relajarla. Al olvidarte del cuerpo te sueltas totalmente, y creas un estado de relajación completa.