Abdel-Hakim Belhaj es un ex comandante de fuerzas rebeldes y un yihadista que combatió contra los rusos en Afganistán. Más recientemente, reemplazó su uniforme camuflado por un traje y fundó un partido político islamista que se encuentra entre los favoritos rumbo a las elecciones parlamentarias del sábado.
Es el primer paso importante en la desordenada transición de Libia hacia la democracia luego de más de 40 años bajo el mandato represivo de Moamar Gadafi.
Los carteles de campaña que cubren la capital, Trípoli, contrastan marcadamente con las décadas en las que Gadafi prohibió los partidos políticos y consideró la democracia una forma de tiranía. Gobernó con su propio programa político, el «Libro Verde», que trazaba su visión para un gobierno del pueblo, pero que a la larga le confirió poder a él solo.
Pero las elecciones del sábado, en las que 2,8 millones de libios podrán votar, suceden a una ruinosa guerra civil que generó conflictos regionales, tribales y étnicos, y que dejó al país dividido nueve meses después que Gadafi fue capturado y asesinado por las fuerzas rebeldes en su ciudad natal de Sirte.
Si bien muchos libios esperaban que la nación petrolera del Norte de Africa con 6 millones de habitantes prosperaría para convertirse en un imán para las inversiones, un virtual colapso de autoridad ha dejado grandes retos. Las milicias rebeldes operan de manera independiente, y profundas divisiones regionales y tribales detonan la violencia con frecuencia alarmante. Grupos de derechos humanos han documentado reportes de tortura generalizada y el asesinato de detenidos.
La votación también será una prueba de la fuerza de los partidos islamistas, que han ganado influencia en Libia y en otras naciones tras el derrocamiento de regímenes seculares dirigidos por mandatarios como Gadafi y el egipcio Hosni Mubarak. Los grupos que se disputan el poder varían de la políticamente conocedora Hermandad Musulmana hasta los untraconservadores salafistas y ex yihadistas.
Será el más reciente fruto democrático en surgir de las revueltas en el mundo árabe que se extendieron por Medio oriente desde finales de 2010, luego de las sucedidas en los vecinos Egipto y Túnez. Los disturbios en Libia también iniciaron con manifestantes exigiendo el derrocamiento de Gadafi, pero una brutal campaña de las fuerzas del gobierno libio causó que la OTAN lanzara ataques aéreos que resultaron claves para ayudar a los rebeldes a ganar la guerra.