La voluntad de la nación
En un artículo publicado en El Universal en 1913 y titulado “El Presidente en Maracay”, Francisco A. Colmenares Pacheco se refería al país y a Gómez de la siguiente forma:
… los laboriosos habitantes de esta comarca, que ven en el Supremo Magistrado al soldado ilustre que después de segar hermosos laureles en los campos de guerra, comprendió a tiempo la evolución que se opera en los pueblos latinoamericanos, dio amplitud a las relaciones internacionales y al capital extranjero, abrió los brazos para estrechar sobre su corazón a todos los venezolanos, y recordando con orgullo el pasado y su abolengo, empuñó con bríos las herramientas del trabajo y se lanzó sin temores en la brega para presentarnos grandes y fuertes ante la civilización y unidos entre sí por los nexos indisolubles y que nacen al calor de los propios intereses, del bienestar de la familia y de la firme conciencia en la personalidad nacional».
Este fragmento recoge, en esencia, lo que podríamos denominar el sistema de representaciones de la voluntad nacional: Unión, civilización, patriotismo y fortaleza bajo la conducción de un hombre, un guerrero trabajador y glorioso. Todas estas imágenes son portadoras de sentimientos, valores y significados capaces de sintetizar ideales que orienten las acciones. Entender la voluntad nacional requiere, entonces, caracterizar los fines que expresan estas imágenes.
Entendemos por fines aquellos “ideales” que la sociedad reconoce como suyos y que, en tanto no se confundan con realizaciones concretas, constituyen un universo utópico y simbólico cuya función primordial es la de brindar un “espacio” de exigencias evaluativas y legitimantes. Hemos adoptado esta caracterización ya que conviene hacer una distinción entre los “logros reales”, tangibles, resultado de la acción del Estado, y aquellos que bajo la forma de ideales, constituyen el campo de las expectativas de los miembros de una comunidad (…)
María Sol Pérez Schael- Petróleo, Cultura y Poder en Venezuela- Pág. 78.
De esta obra Axel Capriles M. opina, cito:
Desde que tengo uso de razón, yo también he escuchado a todos los líderes políticos del país y a la gente, en general, decir que necesitamos “Sembrar el Petróleo”, que la renta petrolera nos maleó porque la riqueza fácil nos impidió administrar con industria y sensatez la abundancia. Hoy me pregunto, sin embargo, si todo el mundo está de acuerdo con la diversificación y la conveniencia de sembrar el petróleo, si todos los líderes del país comparten la misma opinión y se rasgan las vestiduras cada vez que prometen lograr la independencia deseada ¿Por qué la realidad se mantiene tan alejada del discurso? ¿Sufrimos, acaso, de pseudología fantástica colectiva, o será, más bien, que la retórica pública esconde un conjunto de representaciones que dan cuenta de una realidad psicosocial subyacente completamente diferente?
Pareciera que las palabras no significan exactamente lo que dicen, que apuntan a un universo subterráneo que nos vemos obligados a descifrar (…) (F. de C).
La situación actual del país me ha inducido a transcribirles estas palabras con la finalidad de no personalizar criterios, al contrario, traerles opiniones cuyo respeto tiene su origen en los demostrados conocimientos que poseen quienes las han emitido; podemos presumir, como “causalidad”, la actitud de algunas personas ante escenarios que aparentan ser cíclicos pero, con marcadas diferencias, como las constituye, el valor del barril de petróleo entre las época citada y la actual.
El desarrollo de los pueblos está signado por su Capital Humano. La educación, la capacitación y el profesionalismo determinan su progreso; el logro del bienestar social, económico, cultural y la preservación del ambiente y en estos ámbitos no existe excusa que justifique la manipulación y el oprobio que vaya en detrimento de la optimización de ese Capital Humano.
Un estudio realizado entre los trabajadores de una empresa fabricante de autos, en sus industrias instaladas en Inglaterra y Japón tuvo como resultado que, en Japón los trabajadores eran un 30% más productivos que en Inglaterra, a pesar de que los ingleses tienen fama de ser trabajadores excelentes. El estudio arrojó que la capacitación y el espíritu de trabajo hacían de los japoneses los líderes mundiales en productividad. Aquella marca de vehículos se posesionó del mercado mundial después de que su país de origen fue devastado por la guerra. ¡Adelante!