III
Arduo, cuidadoso trabajo tipográfico éste, aquel, mejor dicho, de las ediciones primeras del diario EL IMPULSO, en Carora y luego en Barquisimeto, ya el año 2014, que será de ediciones barquisimetanas dentro de poco, continúen elaborándose, o reelaborándosenos en nuestros recuerdos de lecturas, lentamente ahora leyendo sobre “picas” del “cuerpo” tipográfico, y digamos, leamos, al pasar la página que palpita en nuestros recuerdos de las primeras ediciones de EL IMPULSO”, y contemos, a continuación que al pasar a la página siguiente, el editorial que releemos y que cubre ya dos terceras partes de la pagina dos, de un total de tres columnas.
El espacio de la columna número tres, hacia el margen derecho, fue ocupado por un texto bajo el título de La Paz, texto este otro que concluyó en la página tercera. El periódico constó de cuatro páginas. En la tercera y la última, los espacios fueron para “avisos comerciales”, “sociales y personales”, crónicas, noticias nacionales, locales e internacionales, muy animada esta primera edición, muy breves pero expresivos, sintéticos los textos.
En la primera página cupieron 106 líneas. Todo este material de lectura, constitutivo de la primera edición del periódico, fue objeto de cuidadosa revisión en la actividad llamada “corrección de pruebas”, labor ejecutada por los propios redactores (el Director y el Redactor-Jefe, Dr. Pedro Francisco Carmona) y por el joven Jesús, siempre atento a andar a caza de “monos” (letras desajustadas en los bloquecitos de tipos de imprenta), errores de imprenta, omisiones, palabras “mochas”, guiones fuera de lugar, mala impresión por falta de tinta en la plancha de sacar las pruebas, mejor dicho, en el rodillo (todavía está esta pieza en EL IMPULSO, verla en el nuevo Edificio al cabo de estos primeros cien años de vida del periódico), etc., revisión tras la cual se paso a la impresión y, terminada ésta, a la salida del periódico, a la calle para la venta y distribución entre los suscriptores… Eso fue el 1º de enero de 1904. Y así, modernizadamente, sigue siendo, ya sin los antiguos instrumentos, sin chibaletes…
EL IMPULSO comenzó costando una locha (un cuartillo), o sea, o mejor dicho, o lo que es lo mismo (como solía, en picaresco ritornello decir don Jesús Carmona, ya en mitad del siglo XX), “doce céntimos y medio”, vivencia y semejanza de la economía venezolana a principios del siglo…Ah ¿y cuanto la suscripción mensual? ¡Un dineral!: “Dos bolívares”. Características de la cotidianidad “constante y sonante”. ¡Qué bien encaminado el Prospecto de esta realidad periodística llamada EL IMPULSO… Sí, señor!
IV
Ex-profeso he escrito aquí estas dos palabras: Impulso y Prospecto, motivado por dos razones inevitables, asaz justificadas en este caso, el tratamiento de esta estimulante Cotidianidad. Vayamos al grano, al asunto, o lo que es lo mismo, o es decir, mejor dicho, como debería decir “la generación del o sea”, conforme a la critica magistral de don Jesús Carmona, personalidad periodística, que a mí, personalmente, paréceme y parecióme siempre un cordial, simpático, excepcional personaje Balzaquiano…
VI
Pues bien. Continuemos:
El vocablo «impulso»
Con pasos de rastreador, acerquémonos al DRAE. ¿Por qué impulso y no otro nombre? El vocablo que se introdujo, se ubicó, busco asiento, vivienda, asentamiento, residencia mental en don Federico Carmona en aquellos días de diciembre de 1903, cuando bullía en él, el propósito, la idea, el sueño de fundar un periódico que fuera diario en Carora. ¿Por qué no otra palabra para llamar, para poner a ese diario caroreño, que tanta falta hacia en la comarca torrense? ¿Acaso Combate, peligroso nombre en tiempos de Cipriano Castro y Gómez, en este año de peleas guerrilleras de 1903? Pequeños periódicos semanarios, ocasionales han proliferado en la región, en el país. Pero ¿Hay acaso, hubo ya alguno llamado Impulso? ¡Ah!, he aquí la solución, he aquí el nombre. “Se llamará EL IMPULSO debió meditar el ilusionado, el inquieto joven bachiller don Francisco Carmona. Así se va a llamar: EL IMPULSO. El fundador debió repasar, alumno aplicado, inteligente, sus viejas lecciones en el Colegio La Concordia de don Egidio Montesinos, su gran maestro. El, como buen discípulo, era un producto del impulso que a sus alumnos daba el venerable maestro. El periódico se llamara, definitivamente, EL IMPULSO. Por muchas razones. Entre las básicas: la etimología, la semántica, las acepciones, el lenguaje. Indaguemos. Las energías cósmicas prospectivas, tomaron posesión a finales de 1903 de la mente de don Federico. Y helo ya cósmicamente trabajando. Continuará