He oído comentarios diversos acerca de nuestra actitud reiterada de escribir sobre el tema de la muerte en esta columna. De hecho este será el último por los momentos. Y lo consideramos normal. La gente no se cansa de leer y oír los mismos análisis y las mismas arengas de los políticos que les son afectos. Obvian las mentiras de siempre por cuanto llenan sus expectativas y sus estados de frustración. Pero las verdades que develan los errores y falsas doctrinas que maneja un colectivo cristiano les incomodan. Y es que el tema político y el de la muerte siempre serán considerados en esta columna cada vez que sea necesario. Por cuanto estamos convencidos, que si no se entiende de acuerdo a la luz que Dios muestra en su palabra, corremos el riesgo de alejarnos de Él y eso es inconveniente para la Salvación. De allí nuestro empeño.
Y la muerte de nuestros amados, a menudo se convierte en un aliado poderoso del enemigo para alejarnos de Dios y nos perdamos. Lo más fácil que hay al afrontar una tragedia como esta es culpar a Dios, pero mi mente no puede concebir que un Dios de amor como el nuestro. Uno, que hemos conocido desde hace 17 años. Que a lo largo de nuestra vida nos ha dado muestras fehacientes, palpables, vívidas de su gran amor, se complazca, permitiendo la muerte de un ser tan amado, pero tan amado como mi hijo Jorge Enrique. A mi corazón, mis pensamientos, mi alma, no llega la idea, que mi Dios, quien dio a su propio hijo, al unigénito, para que todo en que en el crea no se pierda mas tenga vida eterna, pueda satisfacerse con el deceso y el dolor de una familia que le ama y le sigue con decisión y entrega sincera. Definitivamente eso no cabe en mi cabeza
Entonces, la conclusión final es, que sólo un acto de amor inconmensurable de mi Señor Jesucristo, es razón suficiente para permitir que esto nos suceda. No existe otra explicación. Tiene que haber un ¿Para qué? Normalmente el alma abatida de dolor se pregunta ¿Por qué? ¿Por qué él y no un condenado malandro que vive haciendo mal en la sociedad? ¿Por qué las buenas personas y no las malas?¿Por qué Dios, que te ama tanto como tu dices y amaba a tu hijo permite esto? ¿Por qué no lo evitó? Y así vamos paulatinamente culpando a Dios por lo sucedido. Y en la medida que lo culpamos progresivamente, aún sin darnos cuenta, nos vamos ajeando cada vez mas de nuestro hacedor. Y es lo que el enemigo busca. Lo mejor sería, amparados por ese gran amor del cual damos fe, preguntarnos ¿Para qué? Y sacarle el mayor provecho espiritual a nuestra pobre alma abatida.
El gran problema del hombre en este mundo de pecado es que no ha desarrollado la capacidad para entender que la vida en este planeta se vive para Salvación o perdición. Y todo lo que nos rodea se enmarca en esos dos niveles. Dios conoce el futuro de cada uno de nosotros y puede ver el destino que está forjando un amado hijo suyo. Y por simple lógica nos atrevemos a afirmar, que spilo una razón de amor, es la que tuvo nuestro Señor para permitir que el amado bajara al sepulcro. Creemos de manera sincera y profunda que lo guardó para el día postrero. La muerte de Lázaro es una prueba tangible de lo que decimos. Permitió su muerte, sabiendo el dolor que se causaba a sí mismo y a sus familiares, pero lo resucitó. Sembrando así la esperanza que hoy llena nuestros corazones.
Mis amados, sino fundamentamos nuestra vida espiritual en lo que Dios dice en las SAGRADAS ESCRITURAS, la esperanza, la fe y nuestras creencias serán débiles y no encontraremos la fuerza suficiente para derrotar el desaliento, la tristeza y el dolor. Si nuestra fe se sustenta sólo en lo que oímos de otros o en tradiciones. No podremos pararnos firmes en un mundo, donde el enemigo trata de derribarnos para que reneguemos de Dios y nos apartemos de él. No pretendamos entender a Dios. Nuestra mente finita ante el Dios infinito no será capaz de entender nunca a Dios. Sólo tenemos que aceptar que lo que él permite que nos pase, por duro que sea, es la pedagogía divina que nos quiere enseñar algo acerca de la Salvación. Es con toda seguridad un acto profundo de amor por nosotros.
¡Nos encontraremos el martes que viene, con el permiso de Dios! “Porque el mismo Señor descenderá del cielo con aclamación, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero” DIOS.
Reflexion – ¿Por qué? o ¿Para qué?
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