Con las últimas medidas que ha tomado el Ejecutivo Nacional, el Gobierno ha tratado de desviar el foco de atención principal de la ciudadanía, como son las elecciones municipales del próximo 8 de diciembre, según la apreciación del Dr. Rafael Simón Jiménez, exparlamentario, historiador, profesor universitario y analista político.
En los últimos meses, la población ha estado agobiada por una situación económica nunca antes conocida en Venezuela, que tiene que ver con el fenómeno de las grandes colas para la adquisición de los productos elementales de subsistencia, la carestía, la pérdida de calidad de vida.
Actuación al amparo de jefes rojos
Después de 14 años de ruinosa política que han llevado al país a esta situación extrema, el Gobierno pretende hacer ver que se ha dado cuenta que existen unos acaparadores, unos especuladores, unos ladrones de dólares preferenciales en Cadivi. Pero, éstos han actuado siempre, por cierto, al amparo de jefes rojos, quienes son los que les facilitan esas operaciones.
Basta con ver, por ejemplo, la foto que salió publicada en estos días, del dueño de Daka, quien fue el primero señalado como símbolo de la usura, retratado con el vice-presidente de la República, Jorge Arreaza.
Claramente podemos darnos cuenta que estas mafias que obtienen dólares preferenciales y luego venden a dólar libre, o que dejan parte de los dólares preferenciales en el exterior, han funcionado durante estos 14 años al amparo de todos los mecanismos de complicidad, convivencia y corrupción, que estructuralmente se han formado en la economía venezolana y particularmente en Cadivi.
El Gobierno de cabeza
Por supuesto, el Gobierno sabe de su precariedad electoral, pues, la mide día a día a través de la Sala Situacional de Miraflores, así como de todos los mecanismos que tiene para pulsar los movimientos de opinión pública y sabe que su posición electoral no le garantiza la victoria como en el pasado, porque, evidentemente, la suma de errores que ha cometido lo han colocado en una situación difícil.
No hay que olvidar el pasado 14 de abril cuando Nicolás Maduro obtuvo el triunfo precario y cuestionado, registrando una pérdida de casi dos millones de votos en relación a la votación que había logrado Hugo Chávez en octubre del año pasado. Eso tiene al gobierno, por supuesto, de cabeza. Está buscano, entonces, mediante un golpe de opinión pública cambiar una situación que es muy precaria.