Empecemos por el Big Bang…

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No sólo ha sido la profunda tristeza que he sentido como venezolana por el estado de pudrición que vivimos. Es la tristeza que me queda de pensar que arreglar esto tomará –si empezamos ya- por lo menos dos generaciones… ¡Qué poca esperanza para mis hijas y para los nietos que aún no tengo!

Cuando al presidente Franklin Delano Roosevelt le explicaron que debían construir un puente que uniera San Francisco con Oakland, pero que sería carísimo, grandísimo y un reto de la ingeniería, preguntó: “¿hay que hacerlo o hay otra alternativa?”. La respuesta fue “sí”. “Hemos debido empezar ayer”, dijo. Nosotros también hemos debido haber empezado ayer y cada día que se retrase el “arreglar esto”, cada día son más venezolanos que ni siquiera han nacido que serán víctimas del atraso, del populismo, de la ineficiencia, de la corrupción.

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Haber leído los comentarios en los que se calificaba a los saqueos como “un merecido castigo a la especulación”, donde se asegura que “el dólar no tiene nada que ver con nosotros, porque aquí ganamos en bolívares” (y este comentario lo hizo hace unos meses la ministro Iris Varela) y encima, se acepta que existe una “trilogía del mal” que hay que exterminar, me hizo palpar la magnitud de la tragedia que estamos viviendo. A esas personas hay que empezar por explicarles que hace 13.700 millones de años hubo un Big Bang… ¡qué cara es la ignorancia!

Yo estoy de acuerdo con que se fiscalice y se multe a los especuladores… pero que el pueblo se tome la justicia en las manos, que proceda a saquear y que el gobierno lo acepte es equivalente a un linchamiento… un linchamiento del comercio. Entre el 9 y el 10 de noviembre de 2013 fue asesinado el comercio en Venezuela: ¿quién va a querer invertir aquí? Encima, a los valientes que han quedado apostando por el país los intervienen, los llaman apátridas y hasta se los llevan detenidos. Desgarrador el video del comerciante de El Tigre cuando llegó la GN a “remarcar” su mercancía sin reparar en las facturas que respaldaban los montos que se habían pagado.

Hace tres años estuve en Jerusalén invitada por la Universidad del Yad Vashem a realizar un curso intensivo de diez días sobre “Cómo comunicar el Holocausto”. Lo que me dijeron sobre el genocidio de los judíos yo lo sabía pues he leído mucho sobre ello… Lo que sí me dejó preocupada y sobre todo, alarmada, fue el paralelismo que pude hacer con lo que está pasando en Venezuela y lo que había pasado en Alemania a principios de los años 30, cuando se adaptó el sistema institucional alemán para hacer “legales” las decisiones del régimen nazi.

Deshumanizar al adversario, culparlo de todos los males, inhabilitarlo, saquearlo, tildarlo de especulador, pitiyanqui, enemigo del pueblo. Usar a la Fuerza Armada para que atropelle a una parte del pueblo con la excusa de que protege a la otra parte, es un espejo de una tragedia histórica que no tendría por qué repetirse… Con razón dicen que el hombre es el único animal que se tropieza dos veces con la misma piedra…

Un tuiter que me mandaron decía que “aquí lo que importa no es el dólar, sino el sucre, porque el comandante Chávez lo dijo y punto”. La tragedia del fanatismo. Un fanático no razona. El magnífico artículo de Jurate Rosales en El Nuevo País del lunes 11 de noviembre describe cómo un pueblo culto se fue detrás de un energúmeno… La misma historia en todas partes. El fanatismo destruye a la cultura y eterniza la ignorancia, esa ignorancia que hoy aplaude que se acabe con el comercio en Venezuela. Los mismos ignorantes que han aplaudido las intervenciones de tierras productivas por el INTI y la destrucción del aparato productivo por las expropiaciones e importaciones masivas.

La economía es como la Ley de Gravedad: termina por imponerse. Maduro cree que inventó el agua tibia. Cuando se dé cuenta –si es que se da cuenta- del exabrupto que ha cometido, ojalá que no sea demasiado tarde…

@cjaimesb

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