“La ignorancia y el oscurantismo en todos los tiempos no han producido más que rebaños de esclavos para la tiranía” (Emiliano Zapata)
Un poco de historia refresca la memoria, nos recuerda lo bueno de los aciertos, lo malo de los errores. Uno piensa y se hace preguntas sobre todo, en momentos de grave crisis como la que atraviesa la nación que se cae a pedazos desde hace más de una docena de años, sin que a los que obliga detener el desastre les importe ni preocupe. Nos hemos acostumbrado a vivir maltratados, a ser espectadores del desastre, aunque el corazón redobla sus latidos no lo atendemos, mantenemos el futuro metido en el baúl de una esperanza incierta, abandonamos la patria al borde del olvido, nos portamos como los tontos útiles que nada reclaman y se conforman con las sobras, unos se mantienen embelesados con los fantasmas del pasado, otros pendientes de las promesas, montajes y shows políticos, engaños, mentiras y pajaritos mensajeros, sin lugar a dudas aferrados a sus exiguas esperanzas.
Si votamos equivocadamente de nada valdrá arrepentirse cuando ya no haya vuelta atrás, tampoco los lamentos ni los ruegos al cielo servirán de nada. Las palabras de un revolucionario vienen como anillo al dedo ahora cuando estamos a las puertas de decidir arriesgarnos a seguir viviendo de engaños y mentiras o lanzarnos a la lucha por el rescate de lo que hemos perdido. Tenemos que tomar una decisión el 8 Dbre: “Si quieres ser ave, vuela, si quieres ser gusano, arrástrate, pero no grites cuando te aplasten” (Emiliano Zapata)
Los ciclos se repiten, van y vienen, lo que ayer fue, vuelve a veces, de la peor manera.
El cuadro monárquico de ayer y las actuales tiranías se guían por un patrón similar; una vez toman el mando van acumulando progresivamente para sí el derecho a ejercer dominio sobre los otros, se otorgan amplios poderes, crean leyes que utilizan como patente de corso para emplearlas a su favor, utilizan su fuerza para cometer cualquier tipo de arbitrariedades, son expertos en mentir, en reforzar constantemente su autoridad, eficientísimos y rápidos en garantizar cualquier ilegitimidad y perpetuación en el poder.
Los tentáculos de la tiranía poco a poco van ahogando el protagonismo de los organismos que representan al pueblo y lo defienden, anulan el papel de los representantes cuya misión es solicitar ayuda, garantizar el respeto a la propiedad privada, libertad y defensa de los derechos ciudadanos, suspenden la autonomía de los poderes y los arrodillan ante sí, restan importancia al oficio de la iglesia, debilitan la resistencia de quienes se niegan a someterse al capricho y orden del autócrata de turno.
Las trayectorias políticas del continente europeo se formaron en regímenes monárquicos típicamente absolutistas. Lo importante para ellos fue siempre potenciar e incrementar la autoridad del Estado y el robustecimiento del poder en cuya cima se situaba el absoluto señor dueño de todo y de todos.
El absolutismo fue el modelo de gobierno que concentraba todo el poder del Estado en manos de un monarca gobernante. Su camino político se inició en los siglos XIV y XV, alcanzó lo máximo de su plenitud en los siglos XVI y XVII decayendo entre sus formas extremas e intentos reformistas a lo largo del siglo XVIII. El final de este siglo fue época de muchos trastornos y turbulencias.
Las revoluciones aparecieron por primera vez en gran escala en las colonias inglesas de América. Con la llegada de la Revolución francesa (1789) se dio inicio a la historia contemporánea. Uno de los acontecimientos más grandes en el siglo XIX con su llegada fue la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que sirvió de base a todas las declaraciones de los siglos XIX y XX.
Después de la monarquía absolutista, entra a gobernar la burguesía, la sociedad de clases y el capitalismo industrial. A medida que aseguraba su predominio social pasó la burguesía de ser una clase enfrentada a las clases privilegiadas, a ser una clase conservadora enfrentada a su nuevo enemigo: el proletariado. Se produjeron a gran escala los abusos de antaño. Nunca ha faltado el tonto útil aprovechado por monarcas, capitalistas, socialistas, demócratas, revolucionarios y dictadores.
“Es triste ver qué fácil se sustituye la vocación de servicio público por el afán figurativo, el revanchismo y la postración a los pies del mandón de turno” (Prof. Gabriel Leandro Carreño)
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