Cuando era estudiante en la Facultad de Derecho, solía un profesor decirme que todo estudiante de abogacía era un prófugo de las matemáticas que terminaba cautivo. Huía de la precisión de los números pero caía, forzosamente, en una trampa que el mundo jurídico siempre tiene abierta: el rigor de su terminología. En los códigos, en las normas legales, no se puede vivir en los arrabales de la precisión. Ellos también tienen su “matemática”, y esa matemática indica que no es lo mismo “derecho” que garantía, “robo que hurto”, “violación” que “estupro”. Ese rigor hace a la esencia del derecho, porque el derecho-todo derecho- es un intento de amparo, de protección. Los términos vagos, imprecisos, brumosos, pueden servir a la poesía, pero no al mundo jurídico.
Pero la necesidad de ser claros, de tener que manejar términos con la mayor certeza posible, no es sólo un imperativo categórico del mundo legal, sino una necesidad imperiosa para una vida política y social sana. Es lo que nos está faltando a nosotros los venezolanos. El problema desde luego, no es gramatical. Es un hecho el enfrentamientopolítico entre quienes desde el poder pretenden imponer un sistema totalitario y quienes desde la oposición nos negamos a ello, porque creemos en la democracia y en la unidad de toda la nación. El común-pero no el común de la calle o de la multitud, sino de los que están en el alto gobierno, y las de sus seguidorescomentaristas, analistas o periodistas- que por razones obvias de oficio, debería tener nociones claras, generaliza deforma irresponsable sobre izquierdas y derechas. Reparten la calificación sin miramientos. Cualquiera es de derecha y cualquiera es de izquierda. Y así, a fuerza de reiterar estas denominaciones nada queda en claro. Apuntan a eso, a manipular, aocultar la verdad o contar los hechos no como suceden sino como les conviene.
Tanto el fascismo como el comunismo no tienen nada que ver con la derecha y la izquierda. El termino izquierda política y derecha política, tienen su origen en la votación del 11 de septiembre de 1789 en la Asamblea Nacional Constituyente surgida de la Revolución Francesa. Al fin y al cabo la noción de la izquierda y la de derecha está siendo corrompida desde hace menos de cien años. Ser de izquierda es oponerse al poder político sin control, al abuso, al privilegio irritante, a los dogmas paralizantes. Tampoco hay izquierda donde los déspotas se eternizan,limitan la actividad política, ni defensa mínima de la dignidad humana. Tampoco hay derecha en los regímenes despóticos donde el gobierno de turno todo lo puede y el ciudadano común nada importa.La derecha y la izquierda, que todavía subsisten y gozan de buena salud, tienen que ver, como lo tuvieron siempre, con los criterios que se sostienen sobre el ámbito público y el ámbito privado.
Hoy en el alto gobierno hay una gruesa capa de aprovechadores de la confusión. Los intereses creados de estos malabaristas de la verdad levantan cotidianamente polvareda para impedir la claridad y la verdad. La izquierda y la derecha no tienen nada que ver con el crimen abyecto, institucionalizado, de todos los sistemas despóticos que la mala fe o la ignorancia califican de izquierda o de derecha.
Manipulación a izquierda y derecha
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