Una diversidad de autores, en el campo de la comunicación política, coincide en señalar que la lucha política contemporánea se centra en el control de la agenda pública, una agenda que se construye principalmente a través de lo que se dice a través de los medios. Desde esta perspectiva se entiende que los medios de comunicación masivos tienen un enorme poder para poner temas en discusión.
En los modelos de autoritarismos competitivos, como es el caso de Venezuela, el gobierno permite que otros actores políticos intervengan en escena, pero ello sucede bajo un marco de restricciones y amenazas hacia la prensa independiente, con lo cual se tergiversa el rol de ésta, y al mismo tiempo –al igual que en las sociedades democráticas plenas- el gobierno también intenta copar la escena pública con los temas de su interés, para hacerlos temas de interés público. Básicamente se trata de modelos que permiten la existencia de medios privados, pero bajo un esquema de control estatal incluso en el campo de los contenidos, y al mismo tiempo-al entender la importancia comunicacional en la acción política- apuntan a controlar la agenda de temas de discusión de la sociedad, con la generación de eventos reales o en su defecto de seudo eventos, estos últimos no son otra cosa que representaciones mediáticas cuya única finalidad es ganar espacio en los medios y desplazar a otros temas que puedan hacer mella en la imagen pública del régimen.
La semana pasada tuvimos un ejemplo muy claro de esta lucha por copar la agenda. Debo decir, de entrada en este asunto, que Nicolás Maduro en el tema comunicacional sí ha sido un hábil heredero de Hugo Chávez, y ha logrado suplir su falta de carisma (que sí la tenía su maestro) con otros recursos comunicacionales. Voy al ejemplo. El líder de la alternativa democrática Henrique Capriles Radonski tuvo lo que de lejos, en mi opinión, es una acción política de envergadura al ser recibido por el papa Francisco en El Vaticano. Debe recordarse que el régimen de Maduro ha insultado en público, y manifestado su disgusto por vías privadas, a diferentes gobiernos y líderes políticos para ponerle freno a la agenda internacional de visitas de Capriles Radonski.
Lo que se proyectaba como la principal noticia de ese día, tuvo una respuesta en lo que sin duda debe ubicarse en el terreno del seudo-evento. El presidente Maduro ofrece ese mismo día una cadena nacional de radio y televisión, precedida por una campaña de un par de días de intriga, ya que se harían “grandes anuncios” en materia económica. En esa cadena, para ser francos, sólo se anuncia “que se anunciarán” medidas económicas y luego el discurso vuelve a su carril normal, el bla bla bla de un Maduro cuyo gobierno no tiene capacidad (al menos así lo ha demostrado en estos meses) para hacer frente de forma efectiva a los problemas cruciales de la economía nacional: inflación, desasbastecimiento, desempleo. El análisis del desastre económico se lo dejo a mi amigo José Guerra. Volvamos a lo comunicacional el asunto.
Tuvimos el mismo día dos hechos, uno real como lo fue el recibimiento en El Vaticano de Capriles Radonski y otro una representación mediática, la cadena de Maduro en la cual no hizo ningún anuncio de envergadura en materia económica. ¿Cuál de los dos hechos recibió mayor cobertura en la prensa venezolana del día siguiente? Sí comprendió la primera parte de este artículo la respuesta estará clara para el lector, efectivamente Maduro dominó la escena. Comunicacionalmente opacó lo que sin duda era (y es) un gran logro político para la alternativa democrática. No se trató solamente de que la radio y la televisión le dieran mayor despliegue a lo dicho por Maduro, era inevitable al ser una cadena de transmisión obligatoria, mientras que la visita de Capriles a Roma quedó reducida a noticias televisivas de un minuto o minuto y medio a lo sumo. Revisé unas cuantas portadas de la prensa venezolana del día siguiente y en esas primeras páginas del último bastión del periodismo crítico e independiente también dominó la agenda Maduro con su anuncio de que anunciará medidas económicas.
Twitter @infocracia