Los periodistas y las entrevistas

El oficio del periodismo es muy importante en este mundo global. Gracias a su labor, nos enteramos de lo que pasa en  diferentes latitudes, además nos  informamos de lo que opinan personajes importantes en diferentes áreas.
Por otro lado, nos percatamos que en Venezuela, muchos periodistas que entrevistan, resultan… los entrevistados. Me explico, preguntan y se dan la respuesta antes que su interlocutor  hable algo. Además, hacen una larga introducción al tema del cual va a hablar el invitado, interrumpen para dar su opinión antes que el personaje pueda decir lo que piensa, con el afán de convertirse en las estrellas.
Considero que si ellos quieren ser el centro de atracción, deben cambiar el estilo y hacer un programa de opinión como lo tuvo Teodoro Peckoff. Sin entrevistas, y comentando sobre un tema que se elija a conveniencia, porque si alguien entrevista es porque hay otra persona que tiene mucho conocimiento sobre determinado tema, es un experto o es noticia en el momento y se requiere  explorar lo que sabe para transmitirlo a un público ávido de ese saber. Se debe partir de la idea del diálogo, porque de lo contrario el acto se transforma en un monólogo. Además,  mantener siempre el respeto hacia el entrevistado, centrándolo en caso que sea necesario, para que diga  lo que se quiere conocer.
No es lo que sabe el periodista, locutor o su figura, quien tiene importancia central en ese momento, sino el entrevistado. Considero que cuando el profesional de la comunicación se toma todo el espacio para sí, demuestra un gran ego, una necesidad imperiosa de resaltar. Otras veces, se nota que tiene otra tendencia, otra percepción del fenómeno que desea determinar y entonces, no permite que su interlocutor diga “su verdad”.
Antes de la entrevista debe hacer una epojé: despojarse de lo que sabe, para no contaminar la conversación, permaneciendo lo más neutral y receptivo  posible. Ahora, si es un debate de ideas, está perfecto que saque “su verdad” a relucir, para que se contraste con la del entrevistado. Éste tampoco se debe molestar por las preguntas que le realicen, ya que si aceptó la misma, es porque está de acuerdo con las normas que rigen una entrevista, donde el periodista debe ejercer libremente su oficio.
Una vez escuché a un presidente  de otro país responder a una comunicadora española, con tanta rabia, que rayaba en lo agresivo. La persona demostraba tan alto el ego, que no sólo deseaba opacarla, sino ridiculizarla y ella fue tan humilde, que ni se alteró, ni cambió el rumbo de su entrevista dando un ejemplo de profesionalismo que causó admiración en el televidente.
Por otra parte, hay muchos tipos de comunicadores, algunos son tan agresivos con su entrevistado que parecen perros de caza al punto que esperan el menor error para atacarlo. Eso es un error, no se debe demostrar agresividad, sino amor, tolerancia, para que la persona se sienta cómoda y fluya todo lo que desea decir, o pueda dar la información necesaria para satisfacer al público.
Sé que hay personajes difíciles en el sentido que van predispuestos a orientar la conversación al terreno que quieren –especialmente los políticos- quienes para influir en  los otros, manipulan y no dejar ver lo que se desea. Cuando le hacen una pregunta comprometedora se van por la tangente y hablan de lo bien que ellos o su partido hacen las cosas. Allí el periodista debe ser muy hábil y centrarlo en la pregunta.
La entrevista es un arte, y quien la practica por lo tanto, debe ser un experto, y debe mantener neutralidad en sus comentarios. Convertirse en  el vehículo, el enlace entre el público y el entrevistado. Demostrar humildad al despojarse de esa capa de ego que oscurece y que impide al interlocutor exponer sus mejores ideas. Programar las preguntas que va a hacer que puedan interesar al segmento a quien está dirigido el programa. Y lo más importante,  mostrar respeto absoluto por la persona independientemente de su filiación política, religiosa, ideológica, condición económica, entre otras. No demostrar preferencia por nadie, ser absolutamente neutral. Recordar que no es lo que él piense lo importante, sino lo que piense el entrevistado ya que su función es servir de intermediario o canal para sacarle la mayor cantidad de información que deje satisfecho al público, que es al final a  quien se desea mostrar el trabajo.

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