Vitelio Reyes

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El pasado 7 de octubre de 2013, la Presidencia de la República anunció la creación del Centro Estratégico de Seguridad y Protección de la Patria (Cesppa), de acuerdo a la Gaceta Oficial número 40.266, instancia que demuestra un uso desproporcionado del poder del Estado, y podría ser utilizada para restringir la libertad informativa y el acceso a la pública por parte de los medios de comunicación, los periodistas, de los ciudadanos y la sociedad civil organizada en general.
Tiene la visión desde una perspectiva militar, pues tal como está redactado, podría determinar que no circulará información porque afecta a la seguridad de la nación.
Sustituye al Centro Situacional de Estudios de la Nación (Cesna) creado por el fallecido Hugo Chávez en 2010,  y que ya venía monitoreando las supuestas informaciones sensibles para el país desde su puesta en marcha.
El Cesppa estará adscrito al Ministerio del Poder Popular del Despacho de la Presidencia y Seguimiento de la Gestión del Gobierno, cuyo objetivo será “unificar el flujo informativo sobre los aspectos estratégicos sensibles de la seguridad, defensa, inteligencia y orden interno, y relación exteriores del sector tanto público como privado”.
De acuerdo a las funciones establecidas, este órgano “solicitará, organizará, integrará y evaluará las informaciones de interés para el nivel estratégico de la Nación, asociadas a la actividad enemiga interna y externa, provenientes de todos los organismos de seguridad e inteligencia del Estado y otras instituciones públicas y privadas, según requiera la Dirección Político-Militar de la Revolución Bolivariana”, establece el artículo 3 del decreto.
El mismo atenta contra la libertad de expresión en Venezuela y promueve la autocensura en los medios, haciéndonos recordar por qué existíeron elementos como Vitelio Reyes, el funcionario a quien la dictadura de Marcos Pérez Jiménez le dio el encargo de revisar los textos de los diarios impresos antes de salir a la calle, mientras que las oficinas de control de radio recibían a diario copia de los programas que transmitirían las emisoras. Un panorama absolutamente dramático de lo que ocurre en un poderío cuando hay una sola voz, una sola palabra, y el silencio se hace sombra impenetrable que intenta comerse al tiempo.
Durante esa tiranía funcionaron la junta de censura y luego comisión de examen de prensa. Por cierto, Pérez Jiménez amplió su arremetida contra los medios cuando su régimen estaba herido de muerte.
Cuando se vinieron abajo las paredes del edificio de la Seguridad Nacional, saltaron las rejas de las celdas y salieron a la calle los presos políticos que habían sido encerrados en la Modelo y en el tenebroso centro de torturas de El Paraíso, y las ratas del martirio trataron de colarse y pasar inadvertidos, pero el pueblo los conocía muy bien y los atrapó. Así ocurren las cosas cuando los regímenes terminan después de portarse mal y de hollar la dignidad y los derechos ciudadanos.
Luis Cisneros Cróquer nos recuerda que cuando ascendió al Poder Adolf  Hitler, aquella Alemania que había sufrido la humillación de Versalles ardía en periódicos y emisoras de radio. No podía ser diferente en una sociedad en donde las ideas habían transitado el camino de siglos y la música, la poesía, la filosofía constituían inspiración universal.
El nuevo líder llamó a su mano derecha en propaganda: ¿Cuántas emisoras de radio hay en Alemania? 350, mi jefe. Pues a partir de mañana, hay una sola, ordenó. Y ¿cuántos periódicos circulan en el país? 90, mi jefe. Pues a partir de mañana circulará uno sólo, los demás no tendrán papel, ni tinta, ni anuncios, y si se atreven a salir a la calle, “asalten sus talleres, destrocen su maquinaria y a los dueños y periodistas llévenselos a la cárcel”.
Nadie sabe hasta dónde se llega cuando se comienza por constreñir la libertad de información.
O sea, sobre la libertad de expresión y el derecho a la información en Venezuela pende una espada de Damocles, que podría ser utilizada en cualquier momento dependiendo de las circunstancias y el miedo revolucionario, ante una coyuntura electoral adversa. El fantasma de Vitelio Reyes ¬con su lápiz rojo¬ sigue rondando Miraflores.
La persecución y la restricción de la información conforman la cruel y degradante ecuación de la violación de los derechos humanos más elementales del despotismo.
Desde los albores del periodismo siempre se ha esgrimido el argumento de que “la mejor ley de prensa, es la que no existe”, precisamente para evitar su control o la homogeneidad de su pensamiento, que es lo que se buscaría en uniformar la noticia y castigar cualquier desvío.

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