Desde el año 1516 Venezuela comenzó a recibir esculturas sagradas venidas de España, fundamentalmente para los templos. La Historia de la Escultura en Venezuela en referencia al Zulia habla apenas del Cristo Negro de Gibraltar del siglo XVII que se encuentra actualmente en la Catedral de Maracaibo.
A diferencia de Caracas, San Cristóbal y Valencia, Maracaibo es una ciudad con pocas estatuas en sus principales plazas. En materia de estatuas clásicas hay que mencionar las encargadas para favorecer el patriotismo y la identidad nacional. De grandes proporciones son la ecuestre del Libertador Simón Bolívar inaugurada el 1 de enero de 1905 del artista Eduardo Palacios; la estatua pedestre de Rafael Urdaneta de 1888, realizada por A. Turín, hoy abandonada en los terrenos enmontados de la Universidad Bolivariana; la que sustituyó a la anterior en 1972, también pedestre del artista Hugo Daini; y la de Rafael María Baralt inaugurada el 28 de octubre de 1888, hecha en los Estados Unidos por el escultor G Tirine. Y en el Museo Urdaneta hay una estatua copia de la existente en el Panteón Nacional del escultor Pietro Ceccarelli.
Son de mencionar también la de Ana María Campos, inaugurada en 1956, situada en la avenida El Milagro, el busto de Cristóbal Colón en una plaza en las cercanías del puerto, que data de 1892 y la errante estatua de Udón Pérez, primero ubicada en la Plaza Bustamante, después en la avenida Bella Vista y finalmente abandonada en los patios del liceo con su nombre.
No puede dejar de mencionarse que el primer busto que se colocó en Venezuela para exaltar la figura de Bolívar, fue en Maracaibo en 1867, por iniciativa del General Jorge Sutherland, Presidente del Zulia. Estaba situado en una alta columna que se conoció con el nombre de la Pirámide en la que fuera en tiempos coloniales la Plaza Mayor. El General Venancio Pulgar al inaugurar la Plaza Bolívar el 6 de diciembre de 1873 colocó cuatro ninfas en bronce que representan la industria, el comercio, la agricultura y la marina que permanecen aún con gárgolas en forma de sátiros en sus pedestales.
En otras plazas hay otras esculturas que forman parte de la historia de la ciudad, a saber la dedicada a las madres inaugurada en 1952, el busto de la Reina Guillermina de Holanda, el del Padre Olegario Villalobos en el Hogar Clínica San Rafael, el de Monseñor Lebrum en los jardines de la Iglesia San José y son de registrar el que hubo de Alonso de Ojeda en el espacio de la Calle Comercio hoy secuestrado por el llamado Callejón de los Pobres, el de Anselmo Belloso y Jóvito Villalba en las cercanías de Bella Vista.
Ciertas iglesias de Maracaibo exhiben en sus frontis algunas estatuas que aún se conservan. En el Templo de San Juan de Dios hoy Basílica de la Chiquinquirá están las estatuas de dos grandes Obispos del Zulia, Arturo Celestino Álvarez y Marcos Sergio Godoy; en lo alto del Templo de Santa Bárbara una estatua en mármol dedicada al Papa Pío X.
En la arquitectura civil son de destacar los dos atlantes de la Botica Nueva de mármol de Carrara en la Plaza Baralt, la estatua pedestre de Jesús Enrique Losada en el nuevo rectorado de la Universidad del Zulia y las dos figuras que exhibe la fachada del Liceo Baralt. Quizás como conjunto escultórico más importante de la ciudad es el dedicado al Indio Mara en la plaza que lleva su nombre.
Pero donde se encuentra la llamada riqueza tumultuaria de esta urbe es en los Cementerios El Cuadrado, San José y Corazón de Jesús en La Limpia. Estas necrópolis de Maracaibo se encuentran abandonadas y saqueadas.
Al hacer este registro de la estatuaría marabina, no se nos escapa que estamos haciendo una labor de cronista. Esto que escribimos no es pura historia, es un aporte al patrimonio y un regalo al lector para que de ello haga memoria. Y porque el Zulia en materia de pintura y escultura ha sido ignorado en los libros de este género existentes en Venezuela.