Victoria y Carlos tienen vidas, profesiones, religiones y personalidades distintas, pero las circunstancias los han unido en torno a una causa común. Ambos padecieron en algún momento ludopatía, es decir, adicción compulsiva a los juegos de envite y azar.
“A diferencia de quien padece problemas con el alcohol o las drogas, el adicto a las apuestas no lo manifiesta en su apariencia. Podemos camuflarnos en la sociedad como personas completamente normales, lo cual hace más difícil detectar que tenemos una enfermedad, explicó Carlos.
“Sin embargo, tenemos en común la negación del problema”, apuntó Victoria. “Lo que comienza como ratos agradables de apuestas, se convirtió paulatinamente en un mecanismo de escape a las presiones cotidianas de la vida. Juegas para huir del estrés y de las preocupaciones que me generaba el trabajo. Con el transcurrir del tiempo, te ves dedicando horas y horas a las apuestas”.
Carlos comenzó jugando en Las Vegas, Nevada. “Me gané un premio muy grande y acaricié la posibilidad de vivir de las apuestas. Pero luego comenzaron las pérdidas y lo peor, sobrevino la adicción”.
Relató que “mis tarjetas de crédito americanas se atestaron de deudas, todas por el juego. Llegué incluso a empeñar objetos de valor de mi familia, con el propósito de conseguir dinero para ir a los casinos. Cómo el ludópata es muy optimista, hace estas cosas con la plena convicción de que recuperará los objetos empeñados con el dinero que ganará”.
Sin embargo, tanto Carlos como Victoria lograron reconocer su problema y canalizarlo, gracias a Jugadores Anónimos. “El ludópata vive en una fantasía, se abstrae de la realidad y por eso es considerado una patología.
Nuestra misión como grupo es ayudarnos entre todos a salir de ella, contando por supuesto con la asistencia de un Ser superior”, aseveró Victoria.
Explicaron que Jugadores Anónimos es un programa “completamente espiritual. Cualquier persona puede asistir, sin distinción de religión, sexo o tendencia política”.
Las reuniones de Jugadores Anónimos se realizan en la iglesia El Salvador, ubicada en la urbanización Fundación Mendoza.
