Cada día Gladis Hernández debe caminar hasta siete kilómetros desde su casa en la calle principal del sector Los Próceres de Chirgua I, al noreste de Barquisimeto, para tomar un carro en la estación de servicio en la entrada de Chirgua y luego un ruta que la lleva hasta donde estudian sus hijos en la Libertador. Luego acude a su trabajo en el centro.
Comenta que debe hacer el recorrido todos los días a las 6:30 de la mañana porque no tiene quien le lleve al colegio a sus hijos de 7 y 8 años que están iniciando en la educación primaria.
“Las rutas nunca han entrado al sector I de Chirgua, porque las calles no han sido asfaltadas. Vivir por aquí no es fácil. Tengo que caminar con mis dos hijos y como las calles no están asfaltadas hay mucho monte, da miedo. Uno no sabe en qué momento le va a salir una culebra o cualquier otro animal”.
Gladis, junto con sus dos hijos, debe caminar entre la maleza y botes de aguas blancas por las calles. Esos botes de aguas generan mosquitos y zancudos que afectan la salud de los residentes en especial de los adultos mayores y los niños.
Ismael Montero comenta que las 360 familias que viven en diez calles que conforman el sector I, no cuentan con sistema de tuberías de aguas negras, sino que tienen pozos sépticos dentro de sus viviendas. “Estos es un problema porque la mayoría de estos pozos están colapsados y los olores nauseabundos se sienten por todas las viviendas. Eso también genera mosquitos y zancudos. A toda hora las familias están sometidas a estos fuertes olores, debes comer con ese desagradable olor o dormir, eso nunca se va y es muy perjudicial, especialmente para los niños que se han enfermado de infecciones respiratorias y dermatitis”.
Denny Mendoza dice que cuando llueve el mal olor se incrementa y las calles se convierten en pantanales. “Debo cargar a mi hijo cada vez que llueve porque si no se mojan esto se vuelve un barrial, es un peligro uno puede resbalarse y caer, pero debo llevarlo a la escuela”.
“Aquí no llegan las obras de la revolución, yo estuve cinco años en esa revolución, pero me di cuenta de que no es buena. Le dio la espalda al pueblo”, comentó Honorio Dazza.
Dazza espera que llegue la ayuda que tanto necesitan, dice que no importa la instancia que sea, que no importa el color de la autoridad que le extienda la mano, que lo importante es que los tomen en cuenta. “Ojalá se apiaden de nosotros. Nos tienen condenados a las migajas y la desidia”.
La inseguridad impera
Los vecinos del sector I de Chirgua sostienen que el hampa está desbordada en la zona.
Aseguran que los atracos son constantes y que los tiroteos se forman a cualquier hora del día. “Andar por estas calles es un gran peligro a cualquier hora, esto se ha convertido en una zona roja. Actualmente hasta a una persona por semana”, comentó Richard Cordero.
Edgard Dávila, otro de los residentes quien tiene una venta de parrillas, comentó que el problema es que no hay patrullaje en la comunidad y eso le ha dado libertades a los hampones.
Dávila ha sido víctima del hampa dentro del sector en dos ocasiones. La primera vez le robaron el vehículo con el que se ganaba la vida como taxista. Dos hombres lo apuntaron a la cabeza y le pegaron un cahcazo en la frente. La segunda vez fue hace seis meses, se metieron a su casa y le robaron la mayoría de sus pertenencias. “Dos veces me han atracado, gracias a Dios no me han matado”.