El bautizo del libro de mi obra de teatro “Pioneras”, editado por Public-ARTE, con presentación de Inés Muñoz Aguirre y prólogo de Roberto Lovera De Sola, en la Sala Cabrujas, en la urbanización Los Palos Grandes de Caracas, el 15 de septiembre pasado, fue todo un éxito: hubo gente que se devolvió porque no cupo en la sala, entre ésta, familiares míos. Excelente la lectura dramatizada de algunas escenas con grandes actrices de teatro y televisión. Me sentí abrumada y satisfecha con el emotivo homenaje. Sin embargo, hubo un lunar.
Antes del acto se acercó a mí Víctor Balboa Pérez, hijo de la doctora Luisa Amelia Pérez Perozzo, para pedirme que aclarara que la primera abogada graduada en Venezuela no era Panchita Soublette Saluzzo, como dice en su prólogo Lovera De Sola, sino su mamá y me presentó una nutrida documentación. Por supuesto, no sólo fue un momento embarazoso, me atrevería a agregar que inoportuno, porque personas que querían saludarme no podían hacerlo porque él estaba hablando conmigo un rato más prolongado de lo conveniente y, sobre todo, que el error no era mío. Panchita es una de las protagonistas de mi obra histórica, estudiante de Derecho cuando empieza ésta y luego no hice referencia a su grado. A pesar de todo, tuve la sincera intención de complacerlo, pero cuando me llegó al final el momento de agradecer el homenaje, francamente se me fue de la cabeza la doctora Pérez Perozzo, se perdió en las brumas de mis emociones. Con sinceridad lo lamento, porque aunque no venía al caso esta alusión en un acto de esta naturaleza, ni me tocaba a mí la aclaratoria, me gusta complacer a quien pide justicia y enmendar un error si lo hubiere. No pudo ser y por eso escribo este artículo.
Luisa Amelia Pérez Perozzo se graduó en la Universidad Central de Venezuela de doctora abogada y doctora en Ciencias Políticas, el año 1936. Hizo un post-grado en delincuencia juvenil en la Universidad Complutense de Madrid. Tuvo tanto una destacada actuación profesional en el país, como una asistencia activa a congresos en éste y en el extranjero. Presidió organismos relacionados con su profesión y con los derechos femeninos. Su trabajo lo centró sobre todo en asuntos relacionados con la mujer, el niño y la familia. En “Pioneras”, la cita uno de los personajes, como participante en una reunión convocada en 1944 por Luisa del Valle Silva y Ada Pérez Guevara, en la casa de ésta, de donde salió la fundación del “Comité pro Sufragio Femenino”, a través del cual se logró, primero el voto de la mujer para las elecciones municipales en 1945 y el voto universal y secreto en 1946 para la asamblea constituyente.
Panchita Soublette Saluzzo, graduada en 1943, pudo ser la segunda, o tal vez la tercera, porque alguien me habló de Celia Lang de Maduro como la primera, abogada valiosa, pero sin el perfil público de las otras dos. Esta confusión de prioridades me confirma en la vieja idea que tengo sobre la verdad de la historia. Hace mucho tiempo, en Barquisimeto, pasé toda una noche en el velorio de una tía, hablando con su hermano y tío materno mío, Julián Bartolomé. Me contó toda la historia de la llegada e instalación en Yaritagua de su padre, mi abuelo, con su familia, procedentes de Quintanar de la Sierra, pueblo en la vieja Castilla de España. Mi sorpresa fue cuando comenté con mamá y otra de mis tías esa conversación: desmintieron bastante de lo dicho por Julián. Pensé, si en una familia, entre hermanos, hay visiones tan contradictorias de unos hechos, ¿qué podemos esperar de los acontecimientos nacionales o mundiales que registran nuestros libros de historia? Ésta es contada por otros. Sus fuentes son testigos presenciales que dejaron algún testimonio y la tradición; pero esos testigos, además de su propia subjetividad, vieron lo que cuentan desde diferentes puntos de vistas ideológicos, religiosos, sentimentales, etc. Si se trata de triunfos o derrotas, ¡vaya si habrá diferencias de visiones según del lado donde se haya estado! Y en cuanto a la tradición, ella se puede ir enriqueciendo de ficción al pasar de unos labios a otros.
Pido perdón a Balboa Pérez por la omisión involuntaria de la aclaratoria que me pidió. Importa más que, tanto Luisa Amelia Pérez Perozzo como Panchita Soublette Saluzzo, hicieron pionera y fecunda labor de patria.