La reflexión de hoy es a propósito de un extenso mensaje que un amable lector me envió hace poco, confrontando mi fe en Dios con el argumento personal de que Dios no existe. Creo, que los hombres que se dicen ateos, en un intento de “probar” la inexistencia de Dios. De demostrar que Dios no existe, llenan su personalidad, aún sin darse cuenta, de autosuficiencia y como tal se convierten en su mismo dios. No aceptan la existencia de una autoridad suprema, divina, infinita. Y por tanto concluyen que la autoridad máxima es la razón o la lógica. O, el discernimiento del pensamiento que ellos si tienen. Es así, como desarrollan un auto adoración y por tanto son ellos, su propio dios. De hecho, de esta manera, dejan de ser ateos.
Estas personas, con todo el respeto que se merecen, por cuanto tienen derecho de exponer sus opiniones y nosotros también, a menudo presentan una visión o versión histórica que explica la existencia de Dios. Sostienen, que la insignificancia del hombre y sus necesidades, le ha llevado a hacerse de dioses. Que el ser humano, desde su aparición sobre la tierra, revela la costumbre, la tradición o la tendencia cultural de adorar especies superiores. De crear seres, personajes o deidades a quien adorar y en quien colocar sus miedos y sus angustias ante lo desconocido.
Concluyen, que Dios es producto de la mente del hombre. De sentirse nada ante eventos que escapan a su control. Que dicha creencia nace ante la necesidad de tener a alguien superior y someterse a él. Están realmente convencidos que tienen la razón. Y si, escuchamos sus argumentos, pero no los compartimos. Creemos que a todo hombre le llega el momento de encontrarse al final del camino. De sentirse solo. Sin esperanza. Vacío. De verse inexorablemente abandonado ante lo desconocido. Ante la muerte, y eso lo lleva a recapacitar. El filósofo danés del siglo XIX Sören Kierkegaard, el primer escritor que se calificó de existencialista, escribió en su diario: «Tengo que encontrar una verdad que sea verdadera para mí… la idea por la que pueda vivir o morir». Y nunca la encontró.
Otros escritores existencialistas se han hecho eco de la creencia de Kierkegaard, de que uno ha de elegir el camino propio sin la ayuda de modelos universales. Negaron a Dios y quedaron simplemente solos y en una angustia perenne que trasciende a todos sus seguidores. El filósofo alemán del siglo XIX Friedrich Nietzsche sostuvo que el individuo tiene que decidir qué situaciones deben ser consideradas como situaciones morales. Por lo cual no tiene que rendir cuentas a nadie. Filosofía, gracias a Dios en desuso. Por cuanto la Ley de Dios la avasalla por testimonios vivos en la historia. Jean Paul Sartre decía que la inseguridad del ser humano, que lo sume en la desesperación, sólo puede librarse de ella por medio de la acción. Murió en París el año 1980, pero antes de morir dijo “He aquí un anciano que muere sin esperanza” ¿Qué les parece?
Lo que no alcanzan a ver quienes niegan a Dios, es la consecuencia que esto trae al hombre y a los pueblos: tragedias. Francia es apenas una pequeña muestra de ello. A quienes les gusta su intelectualidad y la razón por encima de las verdades bíblicas, les recomendamos que lean la historia de Francia cuando triunfó La Revolución Francesa. Se materializó de manera oficial, a través de La Asamblea, el rechazo a Dios y a su Ley en un acto público nacional, en la Constitución misma. Execraron a Dios de la vida francesa. Y lo que vino después fue el reinado del terror. Luego, se dieron cuenta del origen de sus desgracias y rectificaron. Cuidado, si nosotros como personas y como país estamos desafiando la majestad divina también
“El error fatal que ocasionó tantos males a los habitantes de Francia fue el desconocimiento de esta gran verdad: que la libertad bien entendida se basa en las prohibiciones de la ley de Dios” Elena de White «¡Oh si hubieras escuchado mis mandamientos! entonces tu paz habría sido como un río, y tu justicia como las olas del mar.» «¡Mas no hay paz, dice Jehová, para los inicuos!»Isa.48:18 «Aquel empero que me oyere a mí, habitará seguro, y estará tranquilo, sin temor de mal.» Prov.1:33 !Que maravlla! !Nos encontraremos el martes que viene, con el permiso de Dios!
“La lectura de la Biblia echó los cimientos de la educación popular que ha cambiado la faz de las naciones que la poseen” DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO. Político, escritor, docente, periodista y militar argentino.(1811-1888)
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