Paraninfo
¿Cuántos apagones más para que renuncie Jesse? ¿Cuántos muertos más para que renuncien Rodríguez Torres e Iris? ¿Cuántos accidentes más para que renuncie Ramírez? ¿Y cuántos disparates más para que renuncie Nicolás?
Observando la situación actual del país donde las cosas no están muy claras que digamos, donde hay opiniones para cada gusto y la verdad se hace escurridiza y variable según la óptica de cada quien, se me viene a la memoria una tira cómica de un personaje que decía una cosa pero en su interior pensaba algo distinto, es decir su otro yo o su conciencia. Muchos venezolanos de diferentes clases y posiciones sociales, económicas y políticas expresan públicamente unas cosas pero en su interior piensan todo lo contrario. Todo lo cual hace que la situación se haga más compleja a la hora de tomar decisiones, de ensamblar o diseñar una forma de hacer oposición o de combatir al régimen. Nos vamos de ejemplos.
Muchos analistas y dirigentes políticos expresan públicamente sus opiniones bajo el supuesto de que estamos en una democracia tal como la hemos conocido en el país a partir de 1958, y en consecuencia hacen sus propuestas y formulan sus estrategias. Sin embargo en privado y viendo cómo actúa y reacciona el gobierno y los demás poderes del Estado, su otro yo comienza a sugerirle salidas y plantearle estrategias que estarían un tanto alejadas de la ortodoxia del juego democrático. Cuando se plantea que la salida a esta situación debe y tiene que ser haciendo uso de lo que establece la constitución, que hay que salir de este régimen en un proceso electoral donde la mayoría de los electores se exprese en contra del mimo, el otro yo hace su aparición y susurra al oído “tú crees que con este CNE, totalmente parcializado, hay posibilidades reales de ganarles una elección”. Claro que sí, lo que hay que hacer es una buena campaña, proponer soluciones, tener una buena maquinaria política y electoral, lograr la unidad perfecta, cuidar los votos, etc. De inmediato el otro yo intervine: “Tú realmente crees que se le pueda ganar unas elecciones a un gobierno que dispone de todos los poderes y recursos del Estado, los usa de una forma grosera para comprar conciencias, que manipula el registro electoral, que cambia las reglas del juego para su beneficio, que impide la presencia de los testigos en las mesas, que tiene a los militares del Plan República a sus órdenes”. Seguro que sí, sin ir muy lejos a Pinochet que controlaba todo en Chile la unidad de las fuerzas democráticas lograron derrotarlo. “Iluso” nos dice el otro yo “Pinochet no tenía el asesoramiento de Fidel y de todo el estamento cubano. Es mucho lo que está en juego de los intereses del castro comunismo y del propio alto gobierno para perderlo así como así”.
Mira esas son suposiciones alejadas de la realidad. Nuestra cultura democrática ha penetrado muy hondo. Nuestras fuerzas armadas son institucionalistas y respetuosos de la constitución”. “Por favor”, nos susurra al oído el otro yo. “Tú crees que esos militares que se están forrado de billetes, que gozan de tantas prebendas y beneficios los van a perder por unos votos más o unos votos menos. Olvídalo”. Disculpa pero eso son la minoría, esos son los de los altos mandos, los “multisoleados”, la gran mayoría de los uniformados son respetuosos del juramento que hicieron al graduarse y obligarían al gobierno a respetar la voluntad popular. “Párame pelotas”, me retumba en el oído el otro yo. “La FAN esta penetrada a todos los niveles, además están las milicias, las reservas, los colectivos y grupos armados del gobierno y los cubanos, el G2. Allí adentro todo está vigilado, controlado, espiado. Recuerda que todos los días se le jura lealtad al comandante eterno, al supremo. Chávez vive, la lucha sigue, venceremos. Este es un régimen además de castro comunista, militar. Y no sale por la buenas”. Yo seré un idealista, un soñador, pero la cultura democrática de nuestro país ha penetrado tan hondamente en el pueblo que de seguro la salida será por vía pacífica, usando los mecanismos que nos da la constitución. Por más comunistas trasnochados, por más consejas fildelistas, por más militares y funcionarios corruptos, por más bandoleros y adoradores del eterno y supremo, la voluntad del pueblo más temprano que tarde se impondrá y dejaremos atrás esta pesadilla que ha destruido al país y regresaremos al ejercicio real de la democracia, a la prosperidad y felicidad de todos. El otro yo, un tanto molesto me espeta:
“¿Te aparto la urna blanca o prefieres un entierro en otras latitudes?”