El gobierno actual a desarrollado todo un esquema propagandístico, algunos dirían “hegemonía comunicacional”, que consiste en el desarrollo de un culto nacional a la figura del fallecido ex presidente Hugo Chávez. Nada nuevo, de hecho, en vida el ególatra se encargó de colocar su imagen en el centro de la vida social del país. En otras palabras, el culto a Chávez que hoy padecemos es una continuación del culto a la personalidad que sufrimos en vida de nuestro primer megalómano del siglo XXI.
Hace falta preguntarnos ¿qué persigue este afán por posicionar a Hugo Chávez a la altura de Jesús de Nazaret y/o Simón Bolívar? y mucho más importante, ¿qué consecuencias tiene esta operación de propaganda gubernamental sobre la calidad y valores de nuestra democracia?. El intento de posicionar la “marca de Hugo Chávez” es la vana ilusión de construir, frente a lo venezolanos, la poca creíble posición de “líder global”, de “gigante”, con un “legado” perdurable que de alguna forma justifique la perpetuidad del PSUV en el poder. Nada más alejado de la realidad, luego de 14 largos años de gestión gubernamental a cargo de Hugo Chávez su legado se resume en: 1) Expansión injustificada del sector público, 2) Gasto público descontrolado 3) Alta inflación, devaluación de la moneda y perdida del poder adquisitivo 4) Deterioro de la influencia internacional de Venezuela y 5) Crecimiento exponencial del crimen y la inseguridad personal.
Es probable que todo este “circo sin pan”, de inspiración fascista por demás, finalice en el momento en que el agobio por los problemas terrenales nos haga prescindir de la teología militarista. Sin embargo, toda acción tiene una reacción; El Culto a Chávez puede conducir al empobrecimiento del debate político en el cual “la llegada al cielo” en caricaturas, expuesta por la televisora pública Vive TV, sea un tema de discusión más relevante que las urgentes reformas económicas a acometer, la efectiva protección de la mujer trabajadora (expuesta a discriminación laboral), la prohibición de la homofobia, la prestación de servicios públicos en las comunidades más desasistidas, el rescate de los sistema de salud y educativo o si, finalmente, la “Lista de Tascón” será calificada por las autoridades como una práctica de Aparteih.
Los venezolanos estamos en la encrucijada de elegir entre 1) Ponerle velas a diario a las fotos de “San Hugo Chávez” o 2) Construir una sociedad de bienestar, moderna, sustentable, democrática y con vocación industrial exportadora. ¿qué elige usted?